lunes, 16 de noviembre de 2009

173° Aniversario del Nacimiento
del Mariscal Cáceres

(Pronunciado el 10 de noviembre del 2009, en la ceremonia
organizada por la Orden de la Legión Mariscal Cáceres,
realizada en la plaza Cáceres del distrito de Jesús María)

Agradezco a la Orden de la Legión Mariscal Cáceres por el honroso encargo de hacer uso de la palabra en esta fecha en que recordamos el 173° Aniversario del nacimiento del defensor de la integridad territorial y símbolo de la resistencia nacional, el Héroe de Tarapacá, la Breña y “Patrono de la Infantería Peruana”, Gran Mariscal Andrés Avelino Cáceres Dorregaray.
El hombre predestinado para ser el soldado más grande, más genial y más extraordinario del Perú, nace en Ayacucho el 10 de noviembre de 1836. Sus padres: don Domingo Cáceres Oré, un terrateniente acaudalado, y doña Justa Dorregaray Cueva. Estudia en el Colegio de Ciencias “San Ramón” de su tierra natal y, aún sin concluirlos, en 1854, ingresa al Ejército, incorporándose en el batallón Ayacucho, con el grado de subteniente.
En su infancia, dice Alberto Tauro del Pino, “Retozó con niños indígenas, en su casona ayacuchana o en las haciendas paternas; y no sólo adquirió pleno dominio del quechua, sino una cálida comprensión del cuadro social y peculiar psicología del poblador andino. A través de esa relación ingenua inspiró y prodigó afectos… que en sus tratos supo ofrecer a esas gentes el amparo necesario, generosidad oportuna y simpatía… que tanto aplicaría en sus experiencias militares.”
Ya en el Ejército, participa en diversas campañas, como en la de Arequipa, a órdenes de Ramón Castilla, en donde por su arrojo es herido en el ojo, de tal magnitud que se le da por muerto. En esta ocasión, cuando Castilla, lo visita en el hospital, comenta premonitoriamente: “Herida grave, muy grave, que no es mortal. Dios lo reserva sin duda, sí, lo reserva para grandes cosas.”
El 2 de mayo de 1866, cuando la Escuadra Española amenaza con retomar los dominios del Perú, Cáceres actuando en forma oportuna y eficiente contribuye a derrotar definitivamente a la poderosa Escuadra agresora. Los partes del combate dan cuenta de que la acción de Cáceres ha sido resuelta y activa en todo momento, y en mérito a su desempeño se le otorga la efectividad como teniente coronel.
Cuando Chile le declara la guerra al Perú, Cáceres era Prefecto del departamento del Cusco. Se reincorpora y participa, entonces, en Iquique y San Francisco y, el 27 de noviembre de 1879, en Tarapacá. Es aquí donde el ejército peruano obtiene una resonante victoria, gracias a la estrategia que emplea Cáceres, demostrando las virtudes tácticas de un gran guerrero; por lo que, más tarde Sáenz Peña declararía que el desconcierto era tal que de no ser por Cáceres “todos hubiésemos perecido. A él le debemos la vida”.
Y en San Juan y Miraflores, pese a su conocimiento estratégico y a su denodado esfuerzo no puede contener el desastre, debido a la pésima conducción de la defensa, que incluso, cuando los chilenos, ebrios de lujuria y alcohol, se encontraban entregados al vandalismo e incendio de Chorrillos, Cáceres, exponiendo su vida, propone un ataque nocturno, pero Piérola se lo niega.
Hasta entonces habían transcurrido para Cáceres 27 años de servicio al Ejército, es decir al servicio exclusivo de la patria. El general Pedro Richter Prada, nos dice: “Muy pocos pueden exhibir una hoja de servicios tan llena de campañas, en las que luchó con tanto desprendimiento de su vida, dando muestras inequívocas de coraje y determinación, de conocimiento del arte de la guerra… con un singular cariño por los soldados subalternos, sin dejar de aplicar su férrea disciplina que él mismo se la impuso”.

Ocupada Lima, Cáceres inicia la resistencia nacional en la Sierra central. En esta interminable jornada surge con caracteres especiales de grandeza los épicos combates de la Campaña de la Breña, en los cuales el estratega General Andrés Avelino Cáceres, homogenizando voluntades de todas las sangres, credos, campesinos, mineros, profesionales, hombres y mujeres, organiza las huestes legendarias y atrae al enemigo al escenario andino. En este ámbito geográfico, escabroso y difícil, en condiciones desventajosas, carentes de efectivos con preparación militar y apoyo logístico, se desarrollan acciones gloriosas, demostrando a los chilenos que los peruanos henchidos de valor, coraje y patriotismo, son capaces de arrojarlos, cuando ya querían hacer del Perú un protectorado chileno.

Cáceres tiene el inmenso valor histórico de haber convertido la causa militar en causa nacional, de haber transformado la decisión popular de combate en disciplina y organización. La grandeza de Cáceres está en su capacidad de interpretar el sentido de la espontánea respuesta popular frente a la ocupación del territorio por los chilenos, dando a la indignación que estallaba un cauce y una dirección. Cáceres, pues, como dice Pablo Macera, no habría “cumplido su destino de no existir el movimiento campesino que le permitió desplegar sus excepcionales condiciones de caudillo y organizador.”

El General Cáceres no tenía más recursos que la compleja geografía y el hombre que deseaba expulsar al invasor aún al costo de su propia vida. A este segmento, supo infundirle el aliento de su fe y su espíritu de sacrificio, que lo impulsó a entregarse por entero al servicio de la patria. Por eso fue capaz de organizar de la nada tres ejércitos consecutivos. “Cuando vivaquean en las noches… -se lee en sus Memorias- A la luz de las fogatas se ven confundidos… jóvenes distinguidos de las ciudades, e indios humildes de los poblachos agrestes. Ahí ponen las pinceladas de sus multicolores ponchos, los fornidos y gigantescos morochucos, de atávico heroísmo y grandes ojos de halcón, venidos de Cangallo; ahí los iquichanos, de Huanta; ahí los huamanguinos, descendientes de los pocras; ahí los huancas del valle del Mantaro…; ahí los herederos de los fieros chancas… de la densa Andahuaylas… Rodean a un capitán, a quien llaman taita, de tostado rostro y marciales patillas… Le hablan con filial respeto y fe de creyentes. El legendario guerrero les responde en la lengua nativa, y dirige palabras de afecto y de estímulo a sus camaradas de heroísmo… Con él al frente no hay esfuerzo que no realicen, ni inmolación que no consuman, ni penalidades que no sufran, ni ímpetu egoísta que no dominen.”

Todos los historiadores y estudiosos de esta etapa de la guerra coinciden en señalar que sin Cáceres no hubiera habido Campaña de la Breña, y sin el hombre andino, tampoco hubiera sido posible esta epopeya. Cáceres es el conductor apropiado para esta guerra en los Andes. Él es el hombre que sabe sobreponerse a las múltiples adversidades, al derrotismo, a la intriga y a la traición de malos peruanos, y tiene que convertirse en caudillo para continuar la defensa de la patria. “Cáceres es pues –como dice Luis Durand Flores- la representación del pueblo que no quiere rendirse, que no se rinde, que permanecerá, como un grito de vida y de esperanza”. Y tan imborrable es el recuerdo del Taita que sus legendarias hazañas forman parte de nuestra cultura popular, cito por ejemplo: las danzas de “La Tropa de Cáceres” o “Majtada” del valle de Yanamarca, y “Los Avelinos” de San Jerónimo de Tunán, entre otras manifestaciones.

Y pese al desastre de Huamachuco, Cáceres organiza otro ejército para emprender una nueva campaña y deponer al gobierno de Iglesias, impuesto por los chilenos, tras la firma del Tratado de Ancón, al que lo reconoce, como un hecho consumado, ocho meses después, el 6 de junio de 1884. El Héroe invencible de la Breña, que goza de extraordinaria popularidad es elegido Presidente de la República de 1886 a 1890. “Como estadista, sus actos llevaron el sello del más arraigado nacionalismo y el anhelo de bien y de progreso para su patria, dentro de las fundamentales normas de orden y de respeto a las leyes constitucionales.” Y a pesar de la destrucción completa de todos los elementos de progreso a causa de la guerra, Cáceres es el iniciador de la reconstrucción de las Fuerzas Armadas, pensando en que debiendo cumplirse el plazo del plebiscito de Tacna y Arica, el Perú debía estar preparado militarmente para una eventual confrontación bélica, o para exigir la restitución de lo injustamente despojado; dispone, también, la reapertura de las escuelas Naval y Militar; y da el Código de la Marina Mercante; entre muchas otras obras importantes.
.
Como diplomático es ministro plenipotenciario del Perú en Francia e Inglaterra, en el gobierno de Remigio Morales Bermúdez. En 1905, en Italia. Y en 1910, en Alemania; reconocido mundialmente como un gran guerrero, estando en Berlín, el Kaiser Guillermo II, al recibirlo le dice: “Me complace estrechar la mano del Héroe de Tarapacá”. En 1919, la asamblea nacional le confiere el grado de Mariscal del Perú. Y el 10 de octubre de 1923 fallece a los 87 años de edad.

Cáceres es el paradigma de la dignidad, del honor y del patriotismo. Que el espíritu de Cáceres esté siempre vigente en cada uno de nosotros, porque sólo así podremos perennizar el recuerdo del hombre que en cada faceta de su fecunda vida, pone en evidencia su gran amor al Perú; su lucha, con honestidad a toda prueba, por la prosperidad, integridad y unión de todos los peruanos. Sigamos su ejemplo y difundamos su mensaje: ¡Vivir con honra o sucumbir con gloria! ¡Por Cáceres y la Patria! ¡Viva el Perú!

Lima, 10 de noviembre del 2009.


Legionario Lope Yupanqui Callegari.

También lo puede leer en el Blog: www.eco-andino.blogspot.com

sábado, 14 de noviembre de 2009

Ocros

El Viaje de Promoción
que no tuvo Retorno: Ocros

A propósito del Aniversario del Colegio “Santa Isabel”
recordemos este hecho trágico.

El viaje de la promoción 1960 del Colegio Nacional “Santa Isabel” de Huancayo con destino a la ciudad del Cusco no llegó a su fin, porque se interpuso el destino. El 28 de julio de aquel fatídico año perdieron la vida 25 alumnos en el fatal accidente que tuvo lugar en la localidad de Ocros, Ayacucho. Eran los alumnos más destacados de esa promoción y que en premio el colegio organizó el “viaje de promoción” y de estudio de la grandeza de nuestro pasado en el mismo Machupicchu que, desgraciadamente, el viaje no tuvo retorno, con la excepción de cuatro estudiantes y un profesor que sobrevivieron. El director era el Dr. Héctor Zegarra y Araujo.
Esta tragedia enlutó no sólo a los familiares de las víctimas sino a todo el pueblo de Huancayo y la región central del país, ante lo cual automáticamente se manifestó la solidaridad humana. Las emisoras radiales, el director encargado por entonces Aurelio Navarro Maraví, demás profesores y todo el pueblo huanca se movilizó para prestar cualquier ayuda posible, aunque nada podía devolver la vida. Desde Lima, el ministerio de Educación gestionó los servicios de un avión para el traslado de los restos hasta el aeropuerto de Jauja y desde allí en impresionante caravana hasta su alma mater el Colegio “Santa Isabel”, para ser velados con profundo dolor, y el 30 de julio, en un gesto de solidaridad nunca antes visto, todo el pueblo huancaíno acompañó las exequias en el cementerio general de la Incontrastable.
Los fallecidos en este inexplicable accidente de tránsito fueron: el Prof. Algemiro Pérez Contreras, el auxiliar Fortunato Belzusarri Vila y los alumnos: Juan Bravo Parco, Armin Staindl Perdiz, Manuel Muroy Kikuchi, Abelardo Flores M, Jorge Díaz Navarro, Pompeyo Calderón Gutiérrez, Nelson Palomino García, Magno Arroyo Barreto, Maximiliano Clímaco, Juan Leonidas Rojas, Ricardo Hojo Tame, Alejandro Chávez, Carlos Juan Palomino, Ismael Arturo Portal, Leonidas Huapaya Abregú, Teodomiro Ramos M., David Moreno V., César Poma Jesús, Humberto Zárate S., Víctor Cabezas Tineo, Hugo A. Flores, Augusto Falconí, Oswaldo Barreto, Fausto Quispe Salas y Germán Calderón C. Ellos viven en el corazón de todo isabelino.
Los que pudieron salvar la vida de este fatal accidente, fueron: el Prof. César Huatuco y los alumnos: Tito Onofre Tirado, Jorge Loncharich Zúñiga, Rolando Lapa Mucha y Guillermo Vargas Oré.

Lima, Noviembre del 2009.
Lo puede leer también en el blog: www.eco-andino.blogspot.com

157º Aniversario

El Colegio Nacional
“Santa Isabel” de Huancayo
Celebra sus 157 años de Funcionamiento

El Colegio Nacional “Santa Isabel” de Huancayo cumple este año 157 años de vida, en virtud del Decreto del 23 de noviembre de 1852, por el cual SE DECLARA NACIONAL el Colegio Particular de Huancayo fundado a principios del año anterior por el Dr. Sebastián Lorente Ibáñez. Este Decreto fue confirmado por Ley del 13 de diciembre de 1853, promulgada por el presidente, Gral. Dn. José Rufino Echenique, dándose al colegio el nombre de San Rufino que, felizmente, nunca tuvo vigencia.
Sin duda que al fundar el colegio particular, el pedagogo español tuvo la intención de tener un centro de proyección de la misma inquietud renovadora del Colegio Guadalupe de Lima, cuya organización había estado a su cargo, prueba de ello es que además de los cursos que establecía el Reglamento de Instrucción de 1850, se incluyera en el plan de estudios cursos superiores como Economía Política, Derecho y Filosofía.
En 1851 Huancayo era un distrito de la provincia de Jauja y su población no pasaba de ocho mil habitantes. Los títulos de la compra del terreno ubicado en la esquina de los jirones Amazonas y Cusco, donde se inició el Colegio, así como los de la venta del Colegio Particular al Estado y el Acta de fundación los destruyeron los chilenos, durante la ocupación de 1882.
La apertura del colegio particular de Lorente tenía por objeto dar instrucción en todos los grados a los jóvenes de este departamento y de todas las provincias del interior del país, como a los hijos de la Costa que por salud tenían la necesidad de trasladarse a la Sierra. El personal con el que empezó a funcionar en 1852, fue el siguiente:
Rector y profesor de Lectura, Historia Natural, Terapéutica, Literatura y Economía Política, Dr. Sebastián Lorente; profesor de Derecho y Francés, Dn. José Barreto; profesor de Química y Matemáticas, Dn. Pedro Saavedra; profesor de Filosofía, Historia e Inglés, Dn. Ignacio Cot; profesor de Latín, Gramática Castellana y Caligrafía, Dn. José Salazar; profesor de Geografía, Aritmética Comercial y Teneduría de Libros, Dn. Miguel Nájera; capellán y profesor de Religión, Dn. Claudio Urbina; profesor de Urbanidad, Dn. Manuel Jiménez; además, tres inspectores, un ecónomo, un mayordomo y diez sirvientes.
La gran acogida que tuvo animó a su fundador a cambiar de nombre por el de “Colegio de Ciencias de Huancayo”. Y cuando obtuvo el carácter de Nacional, mayor fue su entusiasmo para ponerle otro nombre más significativo; le puso, entonces, SANTA ISABEL, “nombre que le era grato por ser el de su madre e hija mayor”. Desde entonces, este nombre fue en el Centro del país sinónimo de ciencia y saber, fuente de conocimiento y semillero de hombres ilustres. Por varias décadas fue el único de su categoría y el más importante centro de estudios en la región central del país.
Por aquellos tiempos los días de descanso eran sólo los domingos y días festivos, los de carnavales y los del cumpleaños del Presidente de la República, del Subprefecto y del Rector del Colegio; y las vacaciones, los 30 días siguientes a los exámenes finales, que eran públicos y en presencia de los padres de familia.
El Colegio Nacional “Santa Isabel”, fue por muchos años el único de su categoría y el más importante centro de estudios de la región central del país; y al cumplir su primer centenario, en 1952, dejó la vieja casona de la esquina de los jirones Amazonas y Cusco, inaugurando su nuevo local en el barrio de Pichcus. Y al celebrar el 157° aniversario de su funcionamiento, saludamos con cariño y gratitud al profesorado, auxiliares de educación, alumnado, personal administrativo y de servicio y padres de familia.

Sebastián Lorente Ibáñez

El fundador del Colegio “Santa Isabel” de Huancayo, nació en Alcantarilla, provincia española de Murcia, el 13 de diciembre de 1813. Sus padres fueron don Sebastián Lorente y doña Isabel Ibáñez. A los 15 años ya era bachiller en Teología y a los 21, doctor graduado en la Facultad de Medicina de Valencia. En 1843 empieza su labor en Lima, tomando a su cargo la clase de Geografía Descriptiva en el Colegio Particular “Nuestra Señora de Guadalupe” que habían fundado, en 1840, Domingo Elías y el español Nicolás Rodrigo. En los años siguientes dictó también en el Colegio de Medicina de San Fernando y en el Convictorio de San Carlos, renovando los métodos de enseñanza. En 1849, una hemotisis lo obligó a trasladarse primero a Tarma, después a Jauja y, finalmente, a Huancayo, donde logró hallar remedio para sus dolencias y donde, en 1851, fundó un colegio que al año siguiente fue declarado NACIONAL y le dio el nombre de SANTA ISABEL.
En julio de 1855 retornó a Lima, ese año fue nombrado Inspector de Instrucción Pública, fue cuando obtuvo el decreto que le dio el carácter de Nacional al Colegio “Nuestra Señora de Guadalupe”, tres años después que el “Santa Isabel” de Huancayo. Inauguró la enseñanza de Historia de la Civilización Peruana, desde donde tuvo la oportunidad de defender a la institución universitaria ante las intromisiones autorizadas por Nicolás de Piérola y ante las depredaciones chilenas. Ocupada Lima por el ejército chileno en 1881, a iniciativa de Lorente se reabrieron las clases de la Universidad de San Marcos en el convento de San Pedro, y a fines de ese año asumió la dirección del Colegio Guadalupe en el local de la Cámara de Diputados.
“Decía entonces que el patriotismo es el sentimiento más bello por ser el más abnegado; el patriotismo enseña a ser héroes y mártires, es preciso que lo seamos por la patria”. Y muchos guadalupanos e isabelinos lucharon y murieron en la Guerra con Chile. Sebastián Lorente, hombre sabio y conocedor de que no se puede prescindir del conocimiento de la historia, el 28 de mayo de 1884 “protestaba contra el nuevo reglamento de Instrucción decretado el 16 del mismo mes, por la poca importancia que en él se daba a la Historia de la Civilización Peruana.” La infatigable labor del gran Maestro llegó a su fin el 28 de noviembre de 1884. Los funerales se realizaron en el templo de Nuestra Señora de las Mercedes. El maestro huancaíno Justino Vega Ortiz fue el gestor del busto erigido en su memoria en el primer patio del Colegio, indicando a las generaciones futuras, como dijera Nemesio Rodríguez en la inauguración, en 1929, que el estudio es la estrella dulce del porvenir cuyos rayos de progreso, bienestar y felicidad los derrama siempre sobre aquel que esté dotado de carácter y perseverancia.

Lima, Noviembre del 2009.
Lo puede leer también en el blog: www.eco-andino.blogspot.com