jueves, 26 de julio de 2012

Las Heroínas Toledo

9 de abril de 1821

La sin par acción de las heroínas Toledo

“… las dos jóvenes hijas eran hermosas; pero la menor, aun soltera,
era particularmente de una singular belleza…”

El 01 de marzo del 2003, el Club Provincial Concepción realizó, en su local de Lince, un conversatorio sobre la acción de las Toledo en el puente Balsas, sobre el río Mantaro frente a Concepción, departamento de Junín, en 1821. El motivo era aclarar la fecha y los nombres de estas patricias que ya, en un evento anterior en la ciudad de Concepción, el mayor Eduardo Mendoza lo había hecho, como también lo consigna en su libro “La Independencia”. En dicha ocasión fue el presidente del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, Gral. EP. Herrman Hamann Carrillo, quien se encargó de dar más luces sobre el asunto.
            Luego de los sucesos de la madrugada del 3 de marzo en Concepción, donde las fuerzas de Ricafort, llegando de Jauja por la margen izquierda, sorprendieron y destruyeron mientras dormía el contingente que había dejado Aldao con la misión de observar y hacer propaganda patriota, El jefe realista marchaba en refuerzo de Carratalá, porque todos los pueblos del centro estaban alzados con ansias de alcanzar su libertad e independencia. Ricafort  pidió a Lima más apoyo, porque se veían amenazados por las guerrillas de Aldao que se encontraban en Cerro de Pasco y por los montoneros de Huanta y Cangallo, que querían vengar tantos crímenes. El 06 de diciembre de 1820, la Expedición Arenales derrotó a las fuerzas realistas en la batalla de Cerro de Pasco. Ante este nuevo revés, el ejército depuso al Virrey y colocó en su lugar al Jefe Militar. La Serna, con la intención de aplastar a la convulsionada región central mandó primero a Ricafort y después a Valdés.
            El 25 de marzo, salió del cuartel de Asnapuquio el coronel Jerónimo Valdés, al mando de un destacamento de un mil doscientos hombres bien armados y bien apertrechados, con infantería y caballería, que debía marchar arrasando a las guerrillas de Huarochirí y Yauyos, que le cerraban el paso, para unirse con Ricafort, que ya había hecho sentir su presencia la madrugada del 03 de marzo en Concepción.
            Jerónimo Valdés llegó por la margen derecha del río Mantaro a Huaripampa, el 08 de abril de 1821, aquí pernoctó, para continuar al día siguiente por el hermoso valle, aquí se enteró también que los puentes habían sido cortados, menos el puente Balsas de Concepción, a donde llegó al medio día del 09 de abril; mientras tanto, Ricafort que ya había llegado a Huancayo regresaba en su encuentro por la margen izquierda del río. Este es el día en que las Toledo, dignísimas hijas de Concepción, se inmortalizaron en una gesta sin par.   
            Vayamos a la única fuente sobre este hecho de trascendental importancia. El General Juan Antonio Álvarez de Arenales es el único que recoge el testimonio de la acción de las Toledo, y así da a conocer en sus Memorias:
            “Ya que nos hallamos en Concepción, será acaso de más agradable interés, detenerse algún tanto para consignar aquí un heroico acontecimiento que hace ilustre el nombre de este pueblo en la historia de la Independencia peruana. Cuando en los mese anteriores empezaron a ocupar la Sierra las divisiones realistas, una de ellas, a las órdenes del coronel Valdés, se dirigió por la margen derecha del Río-Grande (Mantaro), que hallándose crecido, no ofrecía otro paso que el puente de Concepción. No obstante de estar ya enteramente evacuada la provincia por los patriotas, tres damas heroínas formaron el atrevido proyecto de oponerse al paso de los españoles por el puente. Para ello reunieron alguna indiada de los campos vecinos y cuantas armas pudieron encontrar por allí, aun quitándolas a los desertores. Un antiguo sargento del Nº 11 que se había quedado allí enfermo, cuando pasó su cuerpo en la campaña anterior, fue encargado por las señoras de alistar la gente y prepararla para la defensa. Las señoras de Toledo habían tomado sus armas como otros tantos soldados, y habían dispuesto la gente preparándola ocultamente tras de las tapias o cercos inmediatos al puente, a medio tiro de fusil. Cuando la cabeza de la división de Valdés empezaba a desfilar por el puente, fue repentinamente aturdida por una descarga de la parte opuesta; unos cuantos realistas fueron abajo; los demás volvieron atrás.”
            “Indignado Valdés con esta imprevista ocurrencia, mandó romper inmediatamente un vivo fuego de mosquetería, ayudado con dos piezas de cañón ventajosamente situadas, y cuyas balas desde tan corta distancia hicieron graves destrozos así en los habitantes como en los edificios del pueblo. En medio de esto, Valdés mandó de nuevo que entrara una partida de húsares a pasar el puente: pero las señoras comandantes, viendo en ello un designio ya bien formal, corrieron inmediatamente a la cabeza del puente, con algunos de los suyos; y emprendieron cortarlo con las herramientas que al intento tenían preparadas. Esta operación ejecutada con presteza y entre la metralla del enemigo, concluyó tan oportunamente, que los que intentaron pasar al lado opuesto fueron víctimas de su temeridad y cayeron al agua.”
             “No por eso cesó el fuego; y en medio de él Valdés gritaba a los patriotas, que se rindieran y que los perdonaría: pero las heroínas les contestaban del modo más enérgico y firme. Así sostuvieron la acción paseando sus filas con marcial altivez, y sin dejar de proclamar a su gente, estipulándola a la peléa con la más ardorosa elocuencia. El coronel español suspendió el combate al caer la tarde, y se dirigió aguas abajo en busca de un paso cerca de Guancayo: lo logró al día siguiente, y de allí se marchó luego a Concepción, que ya había evacuado la legión patriota. Se deja entender que Valdés estaría tan sediento de venganza, como su orgullo había sido humillado en la tarde anterior: el pueblo fué inmediatamente entregado al más completo pillaje de sus tropas.”
            “Las heroínas, con los demás vecinos, se refugiaron en la montaña del Este, donde permanecieron entre los indios amigos, hasta la presente vuelta de las tropas patriotas. Estas mismas señoras fueron posteriormente condecoradas con una medalla y banda patriótica, que el Protector del Perú instituyó en Lima, para premiar el mérito de las mugeres que más se habían distinguido en defender y promover la causa de la Independencia. Después de esto sólo resta decir al autor de esta Memoria, en recuerdo de la memorable jornada a que ha creído deber consagrar algunas páginas, que las dos jóvenes hijas eran hermosas, pero la menor, aun soltera era particularmente de una singular belleza: circunstancia que, unida a la idea de sus marciales hazañas, no podía menos que inspirar a cuantos la conocieron una profunda y simpática admiración.”

Los nombres y el apellido de la madre

Según el Gral. Hamann Carrillo, a las Toledo les correspondió la Banda de Seda, distinción que creó San Martín para reconocer como patricias a las damas que venían colaborando en todo el país, en apoyo de la gesta libertaria. De Concepción aparecen tres damas con los siguientes nombres: Josefa Anglade, la madre; Josefa Anglade, hija; y Juana Anglade, la otra hija. Una de las hijas era casada y la otra, soltera. El apellido de la madre era Anglade y se las conocía como las Toledo, porque el padre era un señor de apellido Toledo.
            En la Galería Pictórica del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, del Paseo Colón, está el cuadro de las Toledo, con la siguiente inscripción: MADRE E HIJAS TOLEDO ANGLADE HEROÍNAS.
            De igual modo, en el Panteón de los Próceres, del Parque Universitario, hay una placa con la que “El Consejo Nacional de Mujeres del Perú rinde homenaje a las Patricias de la Independencia”, es decir, a todas las mujeres del Perú que participaron a favor de la Independencia. En la misma placa se lee el Decreto dado por San Martín que crea el distintivo, como premio por la acción de estas mujeres, dice así:
El Protector del Perú
Ha acordado y decreto:
“Las patriotas que más se hayan distinguido por su adhesión a la Independencia del Perú, usarán el distintivo de una Banda de Seda Bicolor Blanca y Encarnada que baja del hombro izquierdo al costado derecho, donde se enlazarán con una pequeña borla de oro con las armas del Estado en el anverso y esta inscripción en el reverso: Al patriotismo de las más sensibles”.
Dado en el Palacio Protectoral de Lima, a 11 de Enero de 1822.
San Martín
Y a continuación está la relación de las patricias, en orden alfabético, de la que extraemos a las Heroínas Toledo:
Anglade de Toledo Joséfa
Toledo Anglade Josefa  
Toledo Anglade Juana.
                                                                                    Lima, abril del 2012.

                                                                          CPP. Lope Yupanqui Callegari                                   

           Bibliografía
-          ÀLVAREZ DE ARENALES, Juan Antonio, MEMORIA HISTÒRICA, Buenos Aires,  
           1821, p. 284.
-          .MENDOZA MELÈNDEZ, Eduardo, LA INDEPENDENCIA, Lima, 1999, p. 413.
-          “ECO ANDINO”, Revista de Cultura, Lima, N’ 26 de mayo - julio 2003 y
                  N’ 29 de junio - agosto 2005.

miércoles, 25 de julio de 2012

Los sucesos del 3 de marzo de 1821

Los sucesos del 3 de Marzo de 1821 en Concepción

Después de la sorpresa de aquella madrugada los realistas se entregaron a cometer
la más despiadada masacre de la población, saqueo e incendio de la localidad.

El Dr. Germán Leguía y Martínez, en su libro HISTORIA DE LA EMANCIPACIÓN DEL PERÚ: EL PROTECTORADO, dice lo siguiente: “Salió, pues, de Asnapuquio el brigadier realista (Mariano Ricafort)… más o menos a mediados de febrero de 1821. A fines de ese mes, tras una marcha penosa, llena de dificultades, debidas a las torrenciales lluvias, a la inundación o encharcamiento de los caminos y a la falta de puentes, todos cortados por los autóctonos Ricafort atravesó la cordillera occidental, en pos de unirse con su amigo y colega Carratalá, que continuaba detenido en el pueblo y puente de Izcuchaca,” “Cerca ya de Jauja, impúsose de que sus adversarios habían abandonado la zona de este partido y del de Huancayo, para acantonarse en el cerro, que era a la sazón su cuartel general; y de que, por tanto, el camino hacia la gran mesa encontrábase, no sólo abierto, sino que poco menos que desguarnecido.” “No había, en efecto, para estorbarle el paso, más que un destacamento de caballería, instaurado por Aldao en Concepción, ascendente a un centenar escaso de hombres, allí puesto de mera observación, o tal vez para base y núcleo de los indígenas del valle, que, como sus congéneres de Tarma, Jauja y Huancayo, se habían sublevado y estaban completamente decididos por la causa de la independencia.” “El 2 de marzo, a prima noche, púsose Ricafort en movimiento hacia el pueblo referido (Concepción), con toda clase de precauciones, a fin de presentarse por sorpresa; medida que, si innecesaria para desbaratar el insignificante número de los patriotas, le economizaría por lo menos el gasto de esfuerzo y sangre exigido por toda resistencia.” “A las tres de la madrugada del 3 de marzo de 1821, cuando el pequeño escuadrón hallábase dormido, y por supuesto descuidado, a causa de no haber señal ni anuncio de próximos enemigos, los realistas entraron por diversos puntos al cuartel en que aquél habíase alojado, y, sin brindar el menor espacio para cualquiera reacción, consumaron, casi de un sólo golpe, el bien planeado y facilísimo triunfo.” “Favorecidos por la oscuridad y por el conocimiento que tenían del terreno, pudieron escapar y salvar la vida muchos de los asaltados; pero siempre dejaron en el teatro de su infortunio cuatro muertos, algunos heridos, unos veinte prisioneros, y todos los elementos de guerra de que disponían, un cañoncito, de a cuatro inclusive; trofeos con los cuales, ya sin inquietud ni temor, después de cometer multitud de atropellos, crueldades y vejaciones, así contra las personas como contra las propiedades –hechos que encendieron aún más el odio de los pobladores- continuó el brigadier peninsular su canino a Huancayo y a Izcuchaca; punto, este último, donde se unió con Carratalá, (Tomo III, p. 589 – 591). El mayor Eduardo Mendoza, en su libro LA INDEPENDENCIA, cita al historiador, general Carlos Dellepiane, quien dice: “Ricafort enviado poco después al Centro con ligeros refuerzos para tomar el mando de esa tropa (la de Carratalá), batió el 3 de marzo a un grupo de indios que le hicieron frente en Concepción.” (p. 69). Mendoza cita también al historiado Rubén Vargas Ugarte, quien afirma que “Una vez depuesto el Virrey Pezuela, el jefe de estado mayor Canterac, dispuso que Ricafort volviera a la sierra donde continuaba la agitación indígena…El 3 de marzo las tropas del primero (Ricafort) habían dispersado en las cercanías de Concepción a una montonera, pero hallándose todo el país alzado, prefirió retirarse a Izcuchaca donde esperaría refuerzos”. (p. 69). Este holocausto dejó una huella muy profunda en el corazón del pueblo concepcionino que, desde entonces, el 3 de marzo de cada año, pasó a ser una fecha de conmemoración con unción patriótica, aunque por mucho tiempo fue relacionado con la acción de las heroínas Toledo, debido a que no se leyó bien el curso de la historia. El doloroso episodio al que nos referimos se encuadra dentro de la escalada represiva del gobierno colonial, en vista de que los pueblos del Perú venían luchando intensamente por su libertad e independencia. El 20 de noviembre de 1820 en Huancayo se había proclamado la independencia del Perú, el 6 de diciembre siguiente la Expedición de Arenales derrotó a las fuerzas realistas en la batalla de Cerro de Pasco. Ante esta situación el ejército depuso al virrey Pezuela y colocó al jefe militar como Virrey. Para contener la convulsión de la región central La Serna mandó un destacamento al mando de Ricafort en apoyo de Carratalá, que se encontraba en Izcuchaca. El 29 de diciembre del mismo año Huancayo sufrió un duro golpe en Azapampa, y en la madrugada del 3 de marzo de 1821 el ejército de Ricafort, en su trayecto hacia Izcuchaca sorprendió en Concepción al destacamento de caballería compuesto por cerca de cien hombres, mientras dormían sin presagiar ningún peligro; el destacamento había sido dejado allí por Félix Aldao, con el encargo de observar y hacer propaganda patriótica para incentivar la insurgencia. El resultado de este asalto dejó muertos y heridos y unos 20 prisioneros, seguido del acostumbrado saqueo y destrucción del pueblo, aunque algunos pudieron escapar favorecidos por la oscuridad y el conocimiento que tenían del terreno. La sin par acción de las Toledo, en cambio, será un mes después, cuando estas distinguidas damas le oponen resistencia en el puente Balsas al ejército de Jerónimo Valdés, compuesto de mil doscientos hombres: dos batallones de infantería y dos escuadrones de caballería, que partió del campo de Asnapuquio el 25 de marzo, para reforzar a los realistas empeñados en aplastar a los pueblos alzados del centro del país. Volveremos con ellas.

Lima, 3 de marzo del 2012.