sábado, 14 de agosto de 2010

El Club Departamental Junín
en las Pampas de Chacamarca


Homenaje a los Vencedores de Junín
en el 186º Aniversario de la Victoria al que asiste
por primera vez una institución de carácter departamental

Durante los días 6 y 7 de agosto del año en curso, una delegación compuesta por seis miembros del Club Departamental Junín visitó la provincia del mismo nombre, para participar en los diversos actos conmemorativos del 186º Aniversario de la batalla de Junín. Según comentarios de las autoridades del lugar la visita viene a ser histórica porque es la primera vez que un club departamental asiste a las Pampas de Chacamarca a rendir homenaje a los Vencedores del 6 de Agosto de 1824. Los asociados que formaron dicha delegación son los siguientes: Sra. Eva Villarroel de Frías, Sres. Lauro Salcedo Ricalde, Jesús Gutarra Carhuamaca, los hermanos Jesús y Robert García Porras y el autor de esta nota, quienes viajaron con su propio peculio.

El Club Departamental Junín, cuyos fines son principalmente culturales y patrióticos acordó y programó este año para estar presente en el lugar de los hechos y allí, juntamente con sus hermanos de la provincia de Junín, integrante del Club Departamental, recordar aquella gesta histórica.

La institución agradece especialmente al alcalde provincial Prof. Percy Chagua Huaranga, al gobernador Lic. Robert Lagos Jiménez, al coordinador general Per. Edgar Zárate Torres, al gerente municipal Arq. Javier Romero, al jefe de servicios contador Julio Ricalde, al Presidente de la Cooperativa “San Francisco de Chichausiri, al Sr. Juan Figueroa y esposa y al generoso pueblo junino, por la acogida y atenciones que favorecieron a la delegación, y reitera su decisión de mantener los lazos de amistad y confraternidad con la “Heroica Villa de Junín”.

Recordemos que por los años de 1823 y 1824 la situación del Perú en lo político y en lo militar era caótica. En lo político, Riva Agüero había sido apresado y desterrado bajo la acusación de tener tratos con los realistas para entregar el Perú a España. Torre Tagle se había asilado en el Callao luego de que fueron descubiertas sus negociaciones con Canterac para deshacerse de las tropas colombianas y de Bolívar. En lo militar, el Real Felipe del Callao, la fortaleza más importante del Pacífico sudamericano, había caído nuevamente en poder de los realistas por la traición del sargento Moyano, quien acaudilló la sublevación de las tropas argentinas descontentas por falta de paga. El ejército peruano estaba disperso y desmoralizado por las derrotas de Torata y Moquegua.

El Perú, por aquellos años ofrecía, pues, un cuadro patético de vacilación, deserciones, traiciones, discordias intestinas, abandono y lúgubres perspectivas. En tal situación, la presencia del Libertador Simón Bolívar resultaba imprescindible, y desde que llega al Perú piensa que la guerra de la independencia está en la Sierra y no en Lima, y no duda del triunfo, porque estando en Pativilca, aún enfermo, a la pregunta del ministro Mosquera ¿Qué piensa Ud. hacer ahora? Él responde: ¡Triunfar! Es que para el Libertador el Perú no está agotado; posee tres grandes elementos capaces de darle libertad y vida: un pueblo animado del más vehemente patriotismo, un ejército de invictos aliados y materiales para la guerra; es decir, Bolívar reconoce que el Perú guarda virtualidades capaces de hacer el milagro de la victoria y lo confirma cuando le dice a Sucre: “Cada vez que pienso… que no faltan materiales en el país y que el pueblo es patriota y que se está perdiendo por falta de gobierno, me desespero y me animo a tomar un partido decisivo”.

Y comienza la campaña decisiva, poniendo en juego si temperamento enérgico y ejecutivo. Tome Ud. –le dice a Sucre- 5,000 reclutas para que le queden mil o dos mil; haga construir mucho equipo, muchas fornituras; cada pueblo, cada hombre sirve para alguna cosa; pongamos todo en acción para defender a este Perú hasta con los dientes. Y es preciso decirlo que todos los pueblos del Perú, desde mucho antes, contribuyeron y prepararon el terreno para la independencia, y de esa participación anónima pero real da testimonio el propio Bolívar. El porcentaje de tropas peruanas en el Ejército Unido no era menos y la calidad era envidiable. De las tropas peruanas dice el Libertador que estaban formadas por muy buena gente, aguerridos y lo mejor de todo es que pueden andar veinte leguas en un día como si nada.

A la contribución material de los pueblos del Perú, Bolívar le dio mucha importancia, porque un ejército no sólo son hombres, sino su armamento, su equipo, sus instrumentos y animales, hasta lo que parece más insignificante y sencillo. Se preocupa de la compra de plomo y acero de la mejor calidad para que se haga herraduras y clavos en el país, y ordena que cada soldado debe traer dos mudas de ropa, un capote y una frazada, alpargatas o zapatos, fornitura completa de infantería o caballería y sus respectivas armas en el mejor estado posible. Esta preocupación obsesiva por tener un ejército eficiente, dispuesto a duras campañas en la accidentada topografía de nuestra Sierra dio sus frutos. Tanto las tropas peruanas como las fuerzas colombianas obtuvieron, gracias a los desvelos de Bolívar y subalternos inmediatos, niveles de alta preparación. Con razón decía el general Miller que concederle a Bolívar las facultades dictatoriales fue un acto de sabiduría.

Por otro lado, reconocida es la participación de los montoneros de la legión de Chinchaycocha o de Reyes, cuyos habitantes han sido los más obstinados y animosos contra los realistas, formaban una especie de cuerpo de vanguardia. La mujer peruana tampoco estuvo ausente de la guerra. El general Sucre se vio precisado a recurrir a mujeres campesinas para organizar el servicio de “propios” o de mensajería.

Y llegado el 6 de Agosto de 1824, en las Pampas de Chacamarca se dio la batalla decisiva. Allí se encontraron la caballería realista formada por 1300 jinetes y la caballería patriota formada por 900 jinetes. El choque, donde no se oyó ni un disparo, fue espantoso y desalentador para los patriotas, quienes comenzaron a abandonar en desorden el campo de batalla. Necochea fue arrollado y tomado prisionero, hasta que el regimiento Húsares del Perú, al mando del Tte. Crl. Isidoro Suárez, que había quedado en espera de entrar a la batalla cuando fuera necesario, entró en acción. El Teniente José Andrés Rázuri Esteves tuvo la audacia de cambiar la orden y generar la victoria. En efecto, La Mar ordenó a Rázuri comunicar a su jefe la orden de retirada, en vista del desbande de los patriotas, pero Rázuri al llegar donde Suárez, le dijo: “Mi coronel es el momento de atacar”. Así fue que la derrota se convirtió en victoria. Necochea fue rescatado y triunfaron los Húsares del Perú, sellando el triunfo más grande y definitivo de la guerra de independencia del Perú y Sudamérica. En Junín fueron derrotados los realistas moral y materialmente.

El Libertador Simón Bolívar, enterado de la victoria, fue verdaderamente grande y despojándose de su colombianismo, dijo: La caballería peruana es la que ha dado el triunfo ¡Viva el Perú! Al día siguiente, en el pueblo de Reyes de Chinchaycocha, dio la Orden de premiar al Regimiento de Caballería Húsares del Perú, dándole el nombre del campo de batalla, llamándose en adelante Regimiento Húsares de Junín. Y el 30 de octubre del mismo año, Bolívar le dio a Junín el título de “Heroica Villa de Junín”.

Fuentes: - CARRERA NARANJO, Abel, “Bolívar: Campaña de 1824”.
En: LA INDEPENDENCIA NACIONAL, Lima, 1974.
- MENDOZA MELÉNDEZ, Eduardo, LA INDEPENDENCIA, Lima, 1999.

06 de agosto del 2010.

Lope Yupanqui Callegari.
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