miércoles, 19 de septiembre de 2012

Santuarios Religiosos Prehispánicos de Matahuasi y la Danza de los Auquines


XXII CONGRESO NACIONAL Y XI CONGRESO INERNACIONAL DE FOLKLORE “ROSA ELVIRA FIGUEROA NÚÑEZ”
Universidad Nacional Hermilio Valdizán de Huánuco

Los Santuarios Religiosos Prehispánicos
de Matahuasi y la Danza de los Auquines
Ponencia sustentada por el CPP. Lope Yupanqui Callegari

Introducción:
El 07 de agosto del 2006, el Instituto Nacional de Cultura resolvió “Declarar Patrimonio Cultural de la Nación a la “Danza de los Auquines” de Matahuasi, Yanamuclo y Maravilca” con su respectiva música. Este reconocimiento ha servido para que personas conocedoras de folklore se interesen por conocer más acerca de esta danza que, en realidad, tiene muy poca difusión.

Ubicación de Matahuasi:

 Matahuasi es un distrito de la provincia de Concepción, departamento de  Junín, ubicado en la margen izquierda del valle del Mantaro, al centro entre las ciudades de Jauja y Huancayo. A 3200 msnm, dista de Lima 280 Km. de donde se llega por carretera, ferrocarril y por vía aérea hasta el aeropuerto de Jauja. De Matahuasi parte el desvío de la Carretera Central hacia el convento de Ocopa. El pueblo ofrece excelentes condiciones para hacer turismo, sobre todo el turismo vivencial.
Su suelo está bañado por tres ríos: el Mantaro, el Achamayo y el río Seco, además de la torrentera de la Lloclla, los manantiales de San Juan de Yanamuclo y el Hondovado y una laguna. El microclima que posee favorece la producción en forma natural del níspero, extraño fruto que abunda en plena sequía del verano serrano, por esta peculiaridad se ha ganado el título de “Villa de los Nísperos”, y por su actividad agropecuaria es la “Capital Lechera y Ganadera del Valle del Mantaro”.
En tiempos prehispánicos Matahuasi se desarrolló en una parte alta, en el cerro de Huamanhuaca, a tres kilómetros del río Achamayo, donde los españoles fundaron el Matahuasi actual con el nombre de La Asunción de Matahuasi. La configuración de las viviendas de piedra y barro de forma circular, unidas o pegadas unas de otras, que se observan en los restos arqueológicos existentes habrían dado origen al nombre de Matahuasi. Las ruinas situadas en el cerro de Huamanhuaca, a una altura de cero a 250 metros sobre el nivel de las líneas del ferrocarril central, ocupan un área aproximada de un Km. de largo por 150 metros en promedio de ancho.
   
Etimología:
El nombre de Matahuasi deriva del quechua, MATA, que significa unido, junto, pegado; y HUASI, casa. Lo que viene a ser en castellano Casas Unidas, Pegadas o Juntas, características que se encuentran en Huamanhuaca, el lugar que ocupó el Matahuasi prehispánico.

Descripción de los templos religiosos prehispánicos de Matahuasi:
Los cronistas y extirpadores de idolatrías mencionan a Matahuasi como un centro religioso importante en el área de Lurinhuanca. Esta es la parcialidad central entre las tres en que dividieron los Incas al valle del Huancamayo (hoy Mantaro), al norte quedaba la parcialidad de Hatunxauxa y al sur, Hananhuanca. En el templo más importante que nosotros creemos que fue Huamanhuaca, es decir, el pueblo de Matahuasi prehispánico, existía un adoratorio a la divinidad Huanca que era el dios Huallallo Carhuancho.
Además, existían santuarios menores dedicados a otras divinidades de la región; estos santuarios habrían sido Markawillka y Huánchar. El extirpador de idolatrías Santiago de Albornoz, que recorrió toda esta zona, ubicó las principales Huacas de los Xauxa-Huancas, entre ellas la Huaca Zuni que se encuentra en un cerro muy grande, que podría haberse referido a  Huamanhuaca, en donde existía un templo principal dedicado a Huallallo Carhuancho, como se ha dicho.
Muy cerca, en el área de Matahuasi, se hallaba Markawillka, el Tambo más importante de la zona, que también lo mencionan los cronistas, Cieza escribe Maricabilca y Garcilaso, Marcauilca.

Huamanhuaca .
Se trata de un sitio arqueológico de aproximadamente un kilómetro de largo de Este a Oeste por 150 metros en promedio de ancho, ubicado en la cima del cerro del mismo nombre, cuya altitud no pasa de 250 metros sobre el nivel de las líneas del ferrocarril central. En el Mapa del Reino Huanca de Waldemar Espinoza (“Los Huancas, Aliados de la Conquista”, en ANALES CIENTÍFICOS DE LA UNIVERSIDAD DEL CENTRO DEL PERÚ, p. 42) se observa claramente que Matahuasi está señalado como centro poblado en el cerro Huamanhuaca, más al norte está Apata, hacia el sureste Huánchar y hacia el suroeste Markawillka, y en el lugar que actualmente ocupa Matahuasi está vacío, lo que confirma que el pueblo prehispánico de Matahuasi se desarrolló en el cerro de Huamanhuaca, el significado del término Matahuasi sintoniza con su configuración urbanística que aún están visibles en las pircas de piedra unidas con barro de las viviendas de forma circular pegadas o unidas unas de otras, hay entre los muros unas columnas especie de torreones y espacios pequeños y medianos, que habrían tenido sus respectivas funciones, tal configuración dio origen al nombre de Matahuasi. 
HUAMAN significa halcón o águila y HUACA, sagrado, lo que viene a ser “el altar o templo de los halcones”. Los españoles fundaron el pueblo actual de Matahuasi en la parte plana, a orillas del río Achamayo, distante a tres kilómetros hacia el sur, y le pusieron el nombre de La Asunción de Matahuasi.





































































Markawillka o Maravilca
Situado a dos kilómetros al suroeste de Huamanhuaca, MARKA, quiere decir lugar o pueblo; WILLKA, sagrado, sinónimo de Waca, o sea Lugar Sagrado, otro templo religioso prehispánico. Ya hemos dicho que cuando los Incas sometieron a los Huancas, dividieron la región del Huancamayu (río de los huancas), Jatunmayu (río grande) o Angoyacu (río Bravo), hoy llamado Valle del Mantaro, en tres parcialidades: al norte Hatunxauxa, al centro Lurinhuanca y al sur Hananhuanca. El área de Matahuasi quedaba al centro, en la saya de Lurinhuanca, cuyo centro principal, según los cronistas mencionados, era Markawillka, donde había un adoratorio. Aquí construyeron los Incas un Tambo, el Tambo de Markawillka, y por allí hicieron pasar el Qhapaqñán, la Red Vial de los Incas, Camino principal que corría por la sierra desde el Cusco hasta Quito, por esta zona paralelamente al río Huancamayu. Aquí, precisamente en este Tambo, en una ocasión, el curaca Apo Manco Guacrapaucar demostró sabiamente ante los ojos del cronista Pedro Cieza de León, con el uso del quipu, la relación completa de guerreros, productos y demás bienes dados a Francisco Pizarro desde 1532, apoyo con el cual  lograron la caída del Tawantinsuyo. Waldemar Espinoza cita la narración que este cronista hace del siguiente modo: “Yo estaba incrédulo de esta cuenta, y aunque lo oía afirmar y tratar, tenía lo más dello por fábula; y estando en la provincia de Xauxa, en lo que llaman Marcavillca, rogué al señor Guacarapora (sic) que me hiciese entender la cuenta dicha de tal manera que yo me satisficiese a mi mismo, para estar cierto que era fiel y verdadera. Y luego mandó a sus criados que fuesen por los quipos, y como este señor sea de buen entendimiento y razón para ser indio, con mucho reposo satisfizo a mi demanda. Y me dijo, que para que mejor lo entendiese, que notase que todo lo que por su parte había dado a los españoles desde que entró el gobernador don Francisco Pizarro en el valle, estaba allí sin faltar nada. Y así vi la cuenta del oro, plata, ropa que habían dado, con todo el maíz, ganado y otras cosas, que en verdad yo quedé espantado dello.” (Ob. Cit., p 32). Los españoles pronunciaron Maravilca y así se quedó hasta ahora. 






































Huánchar
Huánchar es el tercer santuario religioso prehispánico de esta zona, ubicado a sólo dos y medio kilómetros al Este del actual Matahuasi, hizo noticia hace algunos años cuando “Una comisión del Instituto Nacional de Cultura, filial de Junín, dirigida por el arqueólogo David Motta Pérez, anunció el descubrimiento de una ciudadela en el anexo de Huánchar”, según dio cuenta el diario “El Comercio” de Lima, del 20 de abril de 1992. “Se trata de una ciudadela prehispánica de un kilómetro de largo por 400 metros de ancho, con un centenar de construcciones de corte circular y cuadrangular, correspondientes al máximo apogeo de los wankas”.
“Según declaró el arqueólogo David Motta Pérez, el patrón urbanístico de la ciudadela se ubica en un lecho morrénico (montón de piedras) al este de la población de Huánchar. Las construcciones son cuadrangulares y circulares y el patrón arquitectónico es el mismo que tuvieron los huancas, entre 1100 y 1400 de nuestra era, denominado “máximo apogeo”, época en que se sistematizó la sociedad de los wankas en la hoya hidrográfica del río Mantaro, lo más admirable, dice David Motta, es la dimensión de una estructura de planta circular, cuyo diámetro mide ocho metros, que debió tener funciones de defensa y control”.
El nombre de Huánchar proviene del vocablo WANCHASH, que en el idioma huanca significa “variedad de batracio”. Probablemente por entonces abundaba en esta zona el batracio sapo.




















Vinculación de los templos religiosos prehispánicos de Matahuasi con la danza de los Auquines:
Como en toda ceremonia religiosa en el período prehispánico, como también sucede ahora, existían danzas y bailes sagrados. Nosotros planteamos que la danza de los Auquines o al Auquín, que era un ser sagrado, estaba vinculada a las ceremonias sagradas que se realizaban en los templos prehispánicos mencionados.
Estamos investigando en el Archivo Arzobispal de Lima la documentación sobre parroquias y doctrinas de indios y la vida eclesiástica del Perú colonial para encontrar más luces sobre el asunto.

Breve descripción de la danza de los Auquines
Esta danza tiene un origen milenario, probablemente apareció junto con las ceremonias religiosas prehispánicas, representando el modus vivendi de aquellas poblaciones primitivas y nómades que vivían de la caza, la pesca y la recolección de frutos, y como una forma de expresar su alegría después de una buena jornada de caza o, quizás, luego del éxito frente a un eventual enemigo, que podría ser una tribu vecina. Por entonces, la convivencia de los hombres era endogámica, es decir, las relaciones sexuales se practicaban entre miembros de la misma tribu o étnia y se imponía el matriarcado. Después vendría el intercambio entre vecinos mediante el trueque y la exogamia, condiciones necesarias para el desarrollo.
El nombre de Auquines deriva del quechua AUKI, que significa Infante, título que se daba a los príncipes de la casa real durante su juventud. También se daba este título a los cerros o nevados de menor importancia, después de los Apus. Los danzantes eran, por lo tanto, jóvenes escogidos por su juventud y aptitud para la guerra, la caza y toda acción que requiriese habilidades especiales. Después de los ritos religiosos estos jóvenes estaban preparados para afrontar toda clase de peligros, incluso para la guerra entre tribus vecinas, por eso se la considera danza guerrera y de caza, y en sus horas de descanso expresaban su alegría danzando al compás del pito y la tinya.  
Hasta ahora se sabe que esta danza se baila sólo en el pueblo de Matahuasi y sus anexos de Yanamuclo y Maravilca, ubicados a orillas del río Grande o Wankamayu, hoy Mantaro. Yanamuclo es actualmente un centro poblado y Maravilca es el nombre de Markawillka simplificado por los españoles.
Por esos lejanos años las tribus de la región Huanca vivían en medio de continuas guerras; en Matahuasi, entonces, los Auquines para ir a la guerra y defender a su etnia se vestían de viejos para aparentar y así engañar a sus rivales, vestirse de awquish o auquines y de chakuarsh o chacuanas era un ardid, porque todos eran jóvenes varones.

La vestimenta:
Los Auquines llevan en la cabeza un virrete y un objeto de paja en forma cónica que termina en un mechón, útil para la caza en lagunas y matorrales.
Una máscara de piel de llama o carnero con lana y narices largas dando la apariencia de viejos, para engañar, porque lo de viejo es un ardid..
En la espalda llevan unos pellejos que les cuelgan hasta las rodillas, para dar la impresión de ser temibles carnívoros, pero también les servían para dormir.
Usan camisas de lana blanca con mangas tejidas de lana multicolores.
Pantalones cortos o watrilas de bayeta de color negro, con medias de lana de color blanco y llanquis con abundante lana.
En las manos llevan el liwi y el contorneado palo, lloque o rejón, armas de ataque y defensa de nuestros antepasados.
Por último, cada auquín es un museo andante, porque cargan aves y animales disecados, simulando llevar el producto de la caza.

Las Chacuanas usan en la cabeza sombrero o chuco de lana de color oscuro adornado con hierbas y flores.
Máscaras de cuero también con narices largas deformando la cara.
El cuerpo cubierto por un cotón de bayeta negra con faja y mangas tejidas de lana multicolores.
En la espalda llevan una manta pullucata y en los pies ojotas o llanquis.
Y en las manos llevan la puchca, simbolizando la tarea femenina del hilado.
Una de las chacuanas carga un kipe con el fiambre o shacteo.
Todos los ejecutantes, auquines y chacuanas, son varones jóvenes, porque la danza por ser belicosa requiere de mucha agilidad y destrezas.






















































La coreografía
Antiguamente la representación era con una sola chacuana y varios auquines, en la actualidad la danza se ejecuta formando varias parejas, al compás del pito y la tinya, instrumentos nativos. Los principales pasos son los siguientes:
  1. La entrada, es el paso que emplean para trasladarse de un lugar a otro y al inicio de la coreografía, con movimientos rítmicos dando saltos y cabriolas, haciendo una serie de escaramuzas.
  2. La pasada de manos, las parejas frente a frente giran en trono a ellas cogiéndose las manos. Simboliza el momento en que se encuentran y se saludan.
  3. La peinada, las parejas formando columnas, al mismo tiempo se cambian de lugar colocándose frente a frente. Simboliza el momento en que se avisan de lo que sucede en su alrededor, por la presencia del enemigo o la presa de caza.
  4. La estrella o cruzada, los danzantes de los extremos, es decir el primer auquín con la última chacuana y así sucesivamente, saltando rítmicamente se cruzan y se juntan al centro del grupo y demuestran sus destrezas. Significa el momento en que se comunican mediante señas sobre el objetivo que persiguen.
  5. La culebra, la columna de auquines en zigzag va bordeando una por una a las chacuanas. Es el momento en que se preparan para decidir lo que van hacer en el siguiente paso.
  6. La montonada, en este paso cambia el ritmo de la música, es talvez la escena más importante de la coreografía, en la cual se juntan los danzantes formando un círculo para tomar las decisiones que convengan al interés común, aquí se produce una especie de diálogo, cuando una chacuana, personaje que comanda el grupo, da las órdenes cantando en quechua, y un auquín contesta de igual manera, aceptando cumplir con la orden. Esta escena parece evocar aquellas asambleas populares de nuestros antepasados, que todavía se conserva en las comunidades andinas, en las que practicando la democracia directa y entre cánticos y bailes acordaban lo que debían hacer por interés y beneficio comunes. 
  7. La fuga o remate, en este momento cambia el ritmo musical más ágil y movido, es cuando el grupo de danzantes se desborda en alegría y cada uno salta y brinca demostrando al máximo sus destrezas, incluso alternan situaciones de júbilo con el público. Las chacuanas son los personajes más pícaros, quienes al frente de su pareja hacen quites y piruetas y distintas pruebas de agilidad que los auquines tienen que imitar, produciendo la admiración y jocosidad del espectador. Simboliza la manifestación de alegría por el éxito en el cumplimiento de la orden dada en el paso anterior. La danza por tener carácter belicoso, imita ciertas actitudes de mofa, contrapunteo y simulacros de caza o combate pero, sobre todo, es una demostración de agilidad y destrezas.
  8. El saludo, es la manifestación de respeto entre ellos y con el público. El saludo se hace al ingresar y al final como despedida.
  9. El shacteo, es el momento del convite, los danzantes invitan la comida y las bebidas del kipe que carga una chacuana, haciendo participar de la alegría a todo el pueblo.   

La música:
La música de la danza de los Auquines es la melodía del pito y la tinya, ambos instrumentos nativos. El pito o pincullo es un instrumento de viento en forma de tubo con agujeros, especie de flauta hecha de caña.
La tinya es un instrumento de percusión como un tambor pequeño o tamboril.
La música que invita a bailar dando saltos, tiene tres tonadas diferentes o tres cambios de ritmo bien marcados:
1) Durante la entrada hasta el paso de la culebra.
2) Otro ritmo durante la montonada.
3) Un ritmo más ágil y movido para la fuga o remate.
Es importante anotar la singularidad de los Auquines, que desde épocas tribales bailan al compás del pito y la tinya, y actualmente siguen danzando con el pito y la tinya, no se ha adulterado, felizmente.
Explicar esta peculiaridad corresponde a los especialistas.

Conclusiones:
1.- La danza de los Auquines como danza ceremonial del santuario religioso prehispánico de Matahuasi nos induce a pensar que se trataría de la primera expresión coreográfica del hombre andino y que su representación nos daría a entender la forma en que vivieron los primeros pobladores de la región de los Wancas y Xauxas.
2.- La energía de los pasos en la ejecución de la danza demostraría el dominio del hombre sobre la naturaleza y el triunfo en la guerra.
3.- El uso de la vestimenta como ardid para aparentar ser viejos explicaría la astucia y sabiduría que encierra la experiencia de los mayores.
4.- La danza de los Auquines evocaría también el trabajo comunitario, de cooperación y solidaridad, base del espíritu colectivista de nuestros antepasados.

Huánuco, 21 de junio del 2012.                           CPP. Lope Yupanqui Callegari