jueves, 20 de abril de 2017

La Primera Capital del Perú

483º Aniversario de la Fundación de Jauja

En el mes de la fundación de la Primera Capital del Perú, como una forma de sumarnos a los homenajes, queremos destacar la labor cultural que realiza el Club Jauja. Fue un acierto, por ejemplo, el hecho de etiquetar a la velada literaria efectuada en su local de San Miguel, el 3 de diciembre de 2016, con el nombre de JULIÁN HUANAY RAYMUNDO, un luchador social nacido en Huancaní, Jauja, cuya literatura volcó al servicio de la clase trabajadora. Escribió cuentos que relatan la vida y el grado de explotación de la gente más necesitada. Su novela “El Retoño” fue traducida al ruso y recomendada como lectura escolar. El escritor Francisco Carrillo incluyó a Julián Huanay en su antología titulada “Once Cuentos Clásicos Peruanos”, junto a figuras como Ciro Alegría, José María Arguedas, Julio Ramón Riveyro, Abraham Valdelomar, César Vallejo, Eleodoro Vargas Vicuña, Enrique Congrains, entre otros, agregando que “su prosa es cuidada, digna, fluida. J.H. se ha hecho solo, fuera de las aulas; sus armas literarias son su experiencia y su calor humano”.
Otro escritor que merece igual reconocimiento es el profesor y periodista MOISÉS ARROYO POSADAS, natural de Jauja. Este intelectual era asesor de comunidades campesinas y colaborador de José Carlos Mariátegui. En una entrevista le preguntaron cuál era el trabajo que le encomendaba el Amauta, él respondió: “El trabajo de propaganda y organización. Difusión de las publicaciones Amauta y Labor y de otras publicaciones mundiales. Yo era agente de periódicos sindicales y revolucionarios, que se editaban en el mundo entero: París, Montevideo, Moscú, Sofía. A todas partes me pude comunicar, me carteaba con la Internacional Comunista.” “Ya en Jauja recorro… todo el valle del Mantaro, hago un informe general de la situación e ingreso en los pueblos sin comunicación previa, hago tocar la campana y el pueblo sale, entonces les hablo. Me hago oír y termino proponiendo que se organicen y se organizan… el partido y el sindicato.”
A la pregunta de cómo eran los dirigentes mineros de Morococha. Responde, eranJóvenes muy activos, muy responsables de sus actos, viajaban con frecuencia a Concepción para hacer propaganda y reunir dinero.” Y el programa político del Partido Socialista redactado por Mariátegui, circuló por Morococha. “Sí claro, hicimos reproducciones, yo tenía la ventaja que mi tío Máximo Pecho tuviera imprenta. El era anarquista, pero como familia me ayuda a reproducir aquellos documentos.” Critica al sistema educativo del gobierno de Leguía: “Claro, soy profesor y sé cómo es la metodología de la enseñanza: Memorista, repetir al pie de la letra sin ningún criterio, sin espíritu crítico. Entonces entablo un nuevo tipo de relación con espíritu crítico.” “… en el Perú debía respetarse el criterio nacional. Por consiguiente, las publicaciones tendrían que ser bilingües. Que el Perú como país multinacional y bilingüe, habría de ofrecer educación en quechua y también en aymara.”
            Felicitaciones al Dr. Dante Castro Núñez, presidente del Club Jauja, al secretario de cultura, Héctor Rodolfo García Rosales, y a todo el consejo directivo por su compromiso con la cultura y el arte.

(Fuente: Blog “El Khipu de Juan Yunpa”).

Lima, 21 de abril de 2017.                                             Lope Yupanqui Callegari

miércoles, 12 de abril de 2017

Carta al Club Concepción

Lima, 13 de marzo de 2017.


Señor
Tito Chuquillanqui Verástegui
Presidente del Club Provincial Concepción
Ciudad.

Motiva esta carta una invitación del Club Provincial Concepción para rendir homenaje a las ínclitas HEROÍNAS TOLEDO con un almuerzo bailable, que habríase realizado el día 05 de marzo.

Nos llama la atención, Sr. Presidente, que tratándose precisamente de las heroínas Toledo no se guarde un mínimo de protocolo, lo que supone que antes de todo debe haber una ceremonia con todo el rigor del culto a nuestros Héroes y Símbolos Patrios, iniciándose con la entonación del Himno Nacional del Perú, las palabras de orden a cargo de una persona versada previamente designada y otros actos que honren la memoria de tan insignes patricias.

La acción de las Toledo, Sr. Presidente, no es cualquier cosa. Se imagina usted el valor de estas damas de enfrentarse al ejército de Jerónimo Valdés y derrotarlo impidiendo el paso por el puente de la Balsa hasta el día siguiente en que pudieron hacerlo por un vado y por el puente difícilmente reparado. Conmemorar este extraordinario acto heroico con un almuerzo nos parece una burla, y mucho menos aceptable cuando viene del Club Provincial Concepción, entidad que, entre otros, tiene fines culturales y patrióticos. El almuerzo, el baile y todo lo demás, está bien pero después de la ceremonia central que evoque tan mago acontecimiento.

El Club Provincial Concepción está llamado a enaltecer el nombre de ese “PUEBLO HEROICO”, admirado en los círculos patrióticos e intelectuales de la Capital por dos hechos principales: la acción de las Toledo y la del 9 y 10 de julio de 1882, cuando se realizó el combate más importante de toda la guerra de 1879, que no dejó con vida a ningún chileno invasor acuartelado en Concepción.

Esta obligación moral de la institución se venía cumpliendo ciertamente hasta inicios del presente siglo. Creemos que esta situación no debe continuar; en consecuencia, en calidad de past presidentes, SOLICITAMOS que convoque inmediatamente a una asamblea general para elegir el comité electoral para renovar el consejo directivo o, en su defecto, renuncie a su cargo, porque ya es tiempo de que los hijos de la heroica provincia de Concepción, residentes en Lima, decidan los destinos del Club Provincial Concepción.

Atentamente.

Leg. Tomás Iparraguirre Chávez                         Leg. Lope Yupanqui Callegari

Sucedió en Lambayeque en 1578

Esto sucedió en Lambayeque en 1578

(Extraído de un artículo de la historiadora María Rostworowski de Diez Canseco, 
publicado en El Dominical del diario “El Comercio” de Lima, el 8 de febrero de 1998).
El 24 de febrero de 1578 cayó una fuerte lluvia que duró toda la noche, según relatos de la época, parecía que se derramaban cántaros de agua sobre la ciudad. Los días siguientes las precipitaciones fueron interminables. El 3 de marzo, un diluvio inundó la región y así continuó hasta el 6 de abril.
El resultado fue desastroso, los ríos y canales principales se salieron de su cauce anegando los valles. Las acequias se quebraron por el caudal de agua arrastrado y un brazo del río entró por en medio de la ciudad. Las casas de adobe se derretían ante el aniego, la catedral de Lambayeque, que en ese entonces lucía “mejor que la de Lima”, se vino abajo. Lo mismo sucedió con las casas del párroco, del cacique y las principales residencias de los españoles.
La aterrada población buscó refugio en los cerros y en las huacas. Se improvisaron toldos y ramadas en los lugares altos, pero las lluvias calaban los precarios techos. Mucha gente se ahogó, otros murieron a consecuencia de las epidemias que se desataron, afectando sobre todo a niños y ancianos.
En el agro las consecuencias fueron devastadoras. Las reservas de granos guardadas en botijas se pudrieron e igual suerte corrió el maíz conservado en hondonadas especiales, construidas por los naturales en lugares desérticos, el agua llegaba a todas partes.
Las gallinas, patos y cuyes perecieron en los aniegos, las llamas que por entonces existían aun en la costa, no pudieron escapar. Las tierras de cultivo se cubrieron de arena y piedras.
Pasadas las lluvias y ante la situación, el corregidor Joan de Monroy obligó a los curacas, bajo la amenaza de deportarlos a Panamá o de ahorcarlos, a reunir a sus gentes para rehabilitar el canal de Taimi. De los pueblos de Ferreñafe, Chiclayo, Jayanca y Reque acudieron los tributarios y en trabajos forzados no sólo arreglaron el Taimi, sino los canales secundarios. A diferencia de las obras públicas realizadas en época prehispánica, no proporcionaron a los trabajadores alimentos durante el tiempo que duraba la obra comunal. Faltos de subsistencias, muchos murieron de hambre y otros huyeron del valle.
No terminaron ahí las penurias, en los nuevos sembríos aparecieron langostas que, cual plaga, devoraban las tiernas plantaciones. Luego ejércitos de ratones invadieron los campos y aldeas dando fin a lo poco que quedaba. Los voraces animalitos comían los capullos de los algodonales y hasta roían la corteza de los algarrobos. Por último, según el documento, gusanos verdes, amarillos y negros se criaban en la podredumbre general.
En esas circunstancias los naturales no tenían con qué pagar los pesados tributos. Las autoridades apresaron a los caciques, les pusieron grillos o los echaron al cepo y los tuvieron encarcelados. Los jefes étnicos se vieron obligados a vender las joyas de sus mujeres, sus adornos y objetos de plata y a desenterrar los tesoros de sus mayores para hacer frente a la codicia de los encomenderos.
Numerosos pobladores ante la penosa situación optaron por abandonar sus aldeas y se refugiaron en la sierra con sus familias. Los que quedaron en los valles morían de hambre y se alimentaban de lagartijas, hierbas, tomates silvestres, vainas de algarrobos y de los frutos de zapote.

Damnificados, antes y ahora

DAMNIFICADOS REHABILITABAN LOS DAÑOS A LA MALA

Este relato histórico real nos da una enseñanza extraordinaria acerca del grado de explotación en que se vivía en la colonia. Luego de aquel temporal, el corregidor español Joan de Monroy obligó a los curacas bajo amenaza de deportarlos a Panamá o de ahorcarlos, a que sus gentes, o sea los naturales o indígenas, como si ellos fueran los culpables, rehabiliten los daños causados por las lluvias, quienes en trabajos forzados y sin ninguna atención arreglaron los canales y demás daños causados por la naturaleza. Sin alimentos y faltos de subsistencias muchos de los damnificados murieron de hambre y otros huyeron del valle. En esa situación los naturales no pudieron pagar los tributos, entonces las autoridades españolas apresaron a los curacas, les pusieron grillos o los echaron al cepo y los tuvieron encarcelados hasta que tuvieron que vender sus pertenencias, alhajas y tesoros de sus antepasados para hacer frente a la codicia de los encomenderos españoles. Muchos huyeron a la sierra con sus familias, los que quedaron morían de hambre y se alimentaban de lagartijas y yerbas silvestres. 
AHORA, en cambio, tenemos un gobierno que se preocupa por los damnificados. El Presidente y los ministros están pendientes de las necesidades en los lugares más críticos, estamos viendo la solidaridad del pueblo peruano que presuroso acude a socorrer a sus hermanos en desgracia, vemos también la ayuda de los países vecinos que se suman a mitigar el dolor y escaseces de un país no preparado para enfrentar esta primera prueba del cambio climático o calentamiento global.