lunes, 13 de julio de 2015

11 de julio de 1882

Rescate de una Efemérides

El 11 de julio de 1882, sucedió en el pueblo de Matahuasi, provincia de Concepción, departamento de Junín, un hecho sangriento, como todos los que protagonizó el ejército chileno a lo largo de la Guerra del Guano y el Salitre, hecho silenciado por la historia por más de cien años. Parece que ningún historiador peruano, excepto el mayor Eduardo Mendoza, le dio importancia; en cambio, el chileno Jorge Inostroza en su libro “Adiós al Séptimo de Línea” (1) lo cuenta detalladamente. Después de cumplir la macabra tarea de vengar la bien merecida muerte del destacamento chileno acuartelado en Concepción, el ejército reemprendió la retirada, pero aún le faltaba la destrucción del pueblo. A continuación tomamos textualmente del mencionado libro:

“-Coronel Robles -gruñó Del Canto-, destaque una compañía de su cuerpo para que incendie inmediatamente todas las casas de La Concepción.”

“Poco antes del mediodía -11 de julio- la columna expedicionaria volvió a ponerse en marcha. Extendida en más de diez kilómetros, iba serpenteando lentamente por el camino que contorneaba los cerros. Detrás de la retaguardia, en la hondonada donde yacía La Concepción, surgían decenas de penachos de humo, que al elevarse por la atmósfera diáfana se fundían en una sola columna. Eran las casas del pueblo del sacrificio ardiendo en su totalidad.”

“Los ardores del batallón “Chacabuco” no se calmaron por el hecho de haber sido trasladados a la cabeza de la columna. Lejos de eso, su rabioso encono pronto encontró cauces por donde desbordarse. El coronel Del Canto no tardó en tener noticias de ello.” 

“Se acercaban al poblado de Matahuasi, cuando el repique seco de nutrida fusilería repercutió entre las montañas que encierran al valle. El jefe de la división detuvo su caballo de un golpe al oír los estampidos.
     -¿Y esas descargas qué significan? –gritó, sospechando lo que ocurría-. ¡Ayudante Villota, corra a la vanguardia y averigüe qué pasa!”
     “El batallón “Chacabuco” se había adelantado impetuosamente y entró a Matahuasi al mismo tiempo que los exploradores. La tropa encontró allí a un grupo de montoneros armados que no había tenido tiempo de huir y los acribilló a balazos, llenándolos de plomo. No saciados con eso, sacaron de sus casas a todos los pobladores varones y los fusilaron en el instante mismo. Fueron cuarenta los que cayeron pasados por las armas. Antes de que el coronel Del Canto pudiera intervenir, prendieron fuego al pueblo y lo convirtieron en una hoguera.”
     “El jefe de la división se tragó sus objeciones sobre aquel abuso de facultades en que habían caído los jefes del “Chacabuco”. Trató de convencerse a sí  mismo diciéndose que los chacabucos tenían motivos sobrados para estar tan rabiosos y tomarse una venganza tremenda. En consecuencia, cerró los ojos y los dejó continuar en la vanguardia.” (Hasta aquí la cita).

En lo que acabamos de ver, podemos entender que la masacre fue mucho más atroz, porque quien lo dice es un chileno, que deliberadamente esconde los más horrendos crímenes de sus connacionales. No es que los cuarenta montoneros no habían tenido tiempo de huir, sino que a sabiendas y conociendo su precaria situación salieron para hacerles frente, pero la inmensa superioridad en número y armamento hizo que rápidamente fueran acribillados. Luego dice que “sacaron de sus casas a todos lo pobladores varones…” Eso tampoco se puede creer, puesto que la orden de Del Canto era degüello general sin dejar con vida a nadie, y lo cumplieron al pie de la letra. El propio jefe de la división reconoce “aquel abuso de facultades” que perpetraron ante una indefensa población, y tratando de justificar tamaños desmanes se dijo asimismo “que los chacabucos tenían motivos sobrados para estar tan rabiosos y tomarse una venganza tremenda.” Entonces, pues, el asesinato de la población fue total e indiscriminado.

Ahora bien, ¿qué motivó a los matahuasinos para tomar esa decisión? Sabían que el ejército chileno tenía que pasar necesariamente por su pueblo,  sabían también que era inmensamente superior en número y armamento, equipamiento y organización. Conocían de los crímenes, latrocinios y violaciones que cometían los chilenos en todos los pueblos invadidos y lo que habían hecho de Concepción el día anterior; lo sabían muy bien, porque algunos de ellos eran sobrevivientes de esa acción. Matahuasi todavía no era distrito, era anexo de Apata, pero entendía perfectamente que era necesario detener al enemigo para que el ejército de Cáceres que venía atrás, en persecución, pudiera alcanzarlo. Tomada la decisión, seguramente contaron a sus efectivos, sumaban 40 los montoneros armados, pero cuáles eran sus armas: hondas, piedras, palos, rejones y algunas escopetas, y así se enfrentaron, y fueron ellos los primeros en caer fulminados por el fuego enemigo; luego, siguió la masacre, y de qué manera, sacaron  de sus casas a todos los pobladores del pueblo, sin respetar sexo ni edad, y los fusilaron al instante mismo y, finalmente, el pequeño pueblo fue saqueado y entregado a las llamas. Era mediodía, sólo se salvaron los que habían ido a trabajar a sus chacras.

Cómo no recordar y admirar el gesto de esa pléyade de patriotas, que en acto similar a la defensa del Morro de Arica, ante la intimidación chilena de rendirse y entregar la plaza, Bolognesi prefirió luchar hasta quemar el último cartucho; aquí sucedió algo parecido, sabiendo que no tenían ninguna posibilidad de éxito, prefirieron pelear y entregar sus vidas por defender sus tierras, lo que siempre les perteneció y el honor mancillado por la horda araucana. Por eso es que la Asociación Cultural Matahuasi y la Municipalidad distrital han levantado un monumento en homenaje a los Combatientes Matahuasinos de la Guerra con Chile, para perennizar su memoria y tenerlos siempre en la mente y en el corazón a ese conglomerado anónimo que, en las horas más aciagas de la patria, ante el llamado  del Vencedor de Tarapacá y Héroe de la Resistencia, el Taita Cáceres, no vacilaron en enrolarse en las filas de la contienda y escribir con sus actos páginas de gloria en nuestra historia

Desde la década de 1960, veníamos informando sobre estos sucesos a través del boletín “El Níspero”, la revista “Eco Andino” y otros medios, pero cuando en 1998 se fundó la “Asociación Cultural Matahuasi”, formada por matahuasinos residentes en Lima, presidida por el autor de estas líneas, solicitamos al alcalde, por entonces Hugo Sotil, la realización de un conversatorio, para informar a las autoridades, ciudadanía, profesores y alumnos del quinto de secundaria, la participación de Matahuasi en la Guerra con Chile. El exalcalde provincial, Prof. Teodomiro Román Rodríguez, a la sazón presidente de la Orden de la Legión Mariscal Cáceres Filial de Concepción, fue invitado para dar una visión de conjunto sobre la guerra de conquista que desató Chile con la ayuda de Inglaterra contra del Perú, y quien escribe estas líneas expuso sobre la participación de Matahuasi en esa hecatombe. El evento histórico cultural se realizó con éxito el 28 de abril del 2000, dando como resultado la expedición de un decreto municipal oficializando el 11 de Julio como Día Cívico Patriótico en toda la jurisdicción del distrito y disponiendo que los centros educativos incluyeran en sus calendarios la fecha de esta nueva efemérides para que recuerden todos los años el sacrificio de nuestros padres, y que el Concejo Municipal fuera la entidad que encabece la conmemoración anual en acto público con desfile y otras actividades.

El 20 de enero del 2004 se inauguró el Monumento a los Combatientes Matahuasinos de la Guerra con Chile, construido en la Plaza Mayor del distrito por la Asociación Cultural Matahuasi, siendo alcalde Wilson Chávez. En el mismo acto se develó el busto del soldado Lorenzo Yupanqui, muerto heroicamente en la batalla de Huamachuco del 10 de julio de 1883. De este modo la Asociación Cultural rescató del olvido la fecha del 11 de Julio, día  en que el pueblo de Matahuasi, en 1882, durante la Campaña de la Resistencia enarbolada por el ínclito Mariscal Andrés Avelino Cáceres, se inmoló en aras de la Patria y el Honor Nacional.

(1)  INOSTROZA C. Jorge, Adiós al Séptimo de Línea, Tomo V, 8va. Ed., Santiago de Chile, 1955, p. 264 - 265.

CPP. Lope Yupanqui Callegari


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