El tren de pasajeros
debe circular todos los días,
es la alternativa para
el transporte en el país
En Europa como en Norteamérica el transporte ferroviario,
tanto de pasajeros como de carga, es lo más económico y seguro. Por esta simple
razón, no nos explicamos por qué los sucesivos gobiernos del Perú tienen en
desuso la infraestructura vial del ex Ferrocarril Central del Perú, y peor aún
que no dediquen esfuerzos para la construcción de nuevas vías férreas, que
enlacen más pueblos del interior del país, llevando progreso y acrecentando el
turismo en todas sus formas.
El
trazo y construcción del Ferrocarril Central es una proeza de la ingeniería;
sin embargo, el Perú se da el lujo de no darle la importancia debida. No ha
habido en el mundo, hasta hace muy poco, una vía férrea que se eleve a alturas extraordinarias,
recorriendo un territorio tan accidentado como el nuestro. Viajar por la ruta
Lima-Huancayo, que podría llamarse la ruta del vértigo, es por demás emocionante,
ver la variedad natural de los paisajes, las inmensas y abruptas cumbres rocosas
cubiertas de nieve que reflejan la blancura crepuscular de los andes, donde se
aprecia con total nitidez la limpieza del cielo azul. Todo es alucinante.
Los
que hemos viajado alguna vez en tren por el Ferrocarril Central del Perú, recordamos
que partiendo de la estación de Desamparados, el recorrido es tranquilo hasta
Chosica, de allí el panorama se angosta y lentamente el tren empieza a ascender
hasta llegar a quebradas vertiginosas en las que abundan rocas afiladas, como en
la zona del “Infiernillo”, desfiladeros que conducen por 58 puentes y 69 túneles,
la subida en zigzag por tales pendientes nos hace meditar en la trascendencia
de esta obra maestra, que llega al punto más alto en Ticlio, a 4818 m.s.n.m., en
la cima de la Cordillera de los Andes, hasta hace poco el punto ferroviario más
alto del mundo. Ahora el ferrocarril Qinghai – Tibet sube hasta los 5,000 msnm.
Descender
en Galera, casi al pie del monte Meiggs, y Chinchán, la estación donde se encontraban y cruzaban los trenes de
subida y de bajada, para luego llegar a La Oroya. De allí el tren sigue su
recorrido por un paso estrecho y plano, por las riberas del río Mantaro para,
finalmente, arribar a la “Incontrastable” ciudad de Huancayo, pasando antes por
Jauja, la primera capital del Perú, extasiándose con la contemplación de la
belleza del valle del Mantaro.
Vista la situación actual del
transporte en el país, con la carretera central colapsada, la alternativa que tiene
el Perú es volver al tren diario de
pasajeros, y de carga naturalmente. Esto es un clamor de todos los pueblos. No
se puede olvidar: habían dos trenes, el primero que saliendo de Lima a las
siete de la mañana llegaba a Huancayo a las tres de la tarde, porque ese tren era
“el rápido” que no paraba en todas las estaciones, y el segundo, saliendo a la
misma hora llegaba a las cinco y treinta de la tarde, éste sí paraba en todas
las estaciones. Conviene evocar también, con nostalgia y alegría, que en épocas
de lluvias y cuando se producían derrumbes los trenes llegaban más tarde,
incluso en horas de la noche, estos retrasos daban ocasión a que los que iban a
esperar el tren, porque llegaba algún familiar o conocido, o por comprar el
diario o pescado que los trabajadores del tren traían, o simplemente por saber
alguna novedad o curiosidad, el escenario era propicio para el reencuentro de
amigos, muchos de los cuales aprovechaban el momento para dedicarlos a tiernos
coloquios de amor.
Ir a la estación a la hora en que pasaba el tren era costumbre, porque en cada
parada el tren convocaba a una gran cantidad de gente que se convertía
prácticamente en una feria, donde se ofrecían y expendían productos propios de
cada lugar, que los pasajeros los adquirían.
Hasta este punto del relato se trata del
ferrocarril administrado por la empresa The Peruvian Corporation Ltd., que
operó en el Perú desde 1890 hasta 1972, año en el que el Gobierno
Revolucionario de la Fuerza Armada, presidido por el general Juan Velasco Alvarado,
creó la Empresa Nacional de Ferrocarriles, ENAFER Perú, que inició sus
operaciones el 1º de enero de 1973. Ese mismo año la empresa adquirió nuevas
locomotoras, material rodante, rieles y otros implementos, que pusieron el
servicio en óptimas condiciones, Velasco no se había equivocado, el estudio
sobre la rentabilidad de las vías férreas del país realizado por la compañía
francesa Sofresrail era correcto. Pero a partir de 1980 comienza la decadencia
debido al terrorismo, pero sobre todo por al alza de la tarifa del transporte como
respuesta a la superinflación que sufría el Perú bajo el gobierno del señor
García. En 1990, tras un período desastroso y cuando surge la fiebre privatizadora
del siguiente régimen se cancela el servicio de pasajeros y en julio de 1999
ENAFER cierra sus operaciones. En setiembre del mismo año pasa a manos de la
empresa Ferrovías Central Andina S.A., de la compañía de Juan de Dios Olaechea,
en concesión por 30 años.
En la actualidad, esta empresa hace
servicio Lima – Huancayo de vez en cuando, sólo para turistas. Saliendo de la estación
de Desamparados, el viaje demora de 13 a 14 horas, para este año tiene
programado sólo cinco viajes, el 2014 hizo seis. Lo que el país necesita y
espera con ansias es que vuelva a correr el tren todos los días, tanto para
pasajeros como para carga. La colapsada carretera central y los frecuentes
accidentes que ocurren obligan a los entes correspondientes a pensar en serio
para resolver el problema del transporte y, en consecuencia, a reinstaurar el
servicio ferrocarrilero a diario. Pensemos en los intereses de la colectividad
en general, no sólo en los intereses de las empresas del transporte carretero.
Lima, 24 de julio de 2015.
CPP. Lope Yupanqui Callegari
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