jueves, 23 de febrero de 2017

Monografía de Maravilca

Resumen de la Presentación del libro
“Reseña Histórica y Monográfica de Maravilca”

Ubicación:
Maravilca es actualmente un Centro Poblado con administración propia de sus recursos, para lo cual cuenta con su alcalde, concejo municipal, gobernador, juez de paz y agentes en sus barrios. Corresponde a la jurisdicción del distrito de Matahuasi, provincia de Concepción. Pero ¿Qué era Maravilca antes de que llegaran los Incas a esta región? Era una de las tantas tribus o ayllus que poblaba la región del Huancamayo o Jatunmayo, es decir la región de los Wankas y Xauxas, hoy llamado Valle del Mantaro. Estos grupos humanos vivían por su cuenta, sin reglas a qué obedecer, sólo cuando se encontraban frente a un peligro, como otra tribu por disputarse recursos de subsistencia o algún fenómeno natural, se agrupaban y organizaban eligiendo al líder, generalmente el más fuerte que los podía defender, llamado Sinchi. De errantes pasaron a ser sedentarios. El cronista Pedro Cieza de León refuerza el carácter de autonomía de esos asentamientos cuando dice que “los huancas antiguamente fueron behetrías, y se daban guerra unas a otras”. Ninguna saya era dependiente de otra.

Según el historiador Aquilino Castro Vásquez, (“Hanan Huanca”, 1992, 71) antes de la llegada de los Incas en esta región se habían consolidado por lo menos cinco parcialidades o sayas independientes y autónomas con sus respectivos jefes llamados Sinchis, Auqui o Machu (el término Curaca fue introducido por los Incas), esas cinco sayas eran:
1) Tunanmarca, al mando del sinchi Siciquilla Pucara;
2) Xauxa, el sinchi Auqui Zapari y Yaloparin;
3) Marcavilca, el sinchi Canchac Uyca y Tacuri (subrayado nuestro);
4) Llacsapallanga, el sinchi Canga Alaya; y,
5) Chongos o Piviriapuco, el sinchi Patán Cochachi, Patán Llocllachin y Chavin.

Y qué sucede cuando llegan los Incas, éstos en su proyecto de expansión iban incorporando a su dominio los territorios conquistados de dos maneras por la persuasión o por la guerra, los sinchis de la saya de Chongos prefirieron ofrecer resistencia y no someterse fácilmente, pero el ejército imperial, muy superior, decretó el exterminio de esta parcialidad y el territorio fue incorporado a la saya de Llacsapallaanga, igual sucedió con Tunanmarca, que tras ser arrasada fue anexada a Xauxa. En cambio, los sinchis de las otras tres sayas se sometieron pacíficamente al dominio imperial y fueron nombrados Curacas con una serie de consideraciones y obsequios, respeto a sus creencias y costumbres, entre otras mercedes. Así encontraron los españoles dividida la región Huanca-Xauxa: al norte, la parcialidad de HATUN XAUXA con su centro más importante o capital XAUXA; al medio, URIN HUANCA o LURIN HUANCA su capital MARAVILCA después TUNA o TUNÁN; y al sur, HANAN HUANCA su capital SACSAPALLANGA.

Etimología: 
Marka, quiere decir pueblo o lugar; y Willka, sagrado; entonces, Markawillka o Marcavilca ocupaba un lugar sagrado o considerado sagrado, donde habría habido un adoratorio o willka, o guaca que viene a ser sinónimo, para rendir culto a sus dioses.
El extirpador de idolatrías Cristóbal de Albornoz, que recorrió toda esta zona, menciona a Marcavilca como Amarayvilca del siguiente modo: “Zunis, es una guaca de los indios huringuancas; es una piedra questá en un cerrillo, cerca de Amarayvilca.” Como sabemos, el único cerro cerca de Maravilca es el cerro de Huamanhuaca, un “cerrillo” o cerro pequeño donde estuvo el antiguo asentamiento humano de Matahuasi en tiempos prehispánicos. Por entonces, Matahuasi era también un santuario religioso, donde habrían habido templos o guacas dedicados a la divinidad huanca, el dios Huallallo Carhuancho. En la parcialidad de Hanan Huanca estaba la guaca de Warivilca; en Hatun Xauxa, Tunanmarca; y en Lurinhuanca, Quixwarvilca, esta guaca habría estado en el “cerrillo” de Wamanhuaca, antiguo santuario de Matahuasi, que los extirpadores de idolatrías destruyeron todo, para no dejar vestigios de la religión y costumbres andinas.
Por otro lado, el folklorólogo Simeón Orellana dice que el término Huanca en el idioma Chipaya, anterior al puquina, significa lugar donde cayó el rayo convirtiéndolo en sagrado. Se presume en consecuencia que ese rayo cayó en Marcavilca, pero por qué precisamente en Maravilca, por estar exactamente al centro de la región del Jatunmayo, territorio Huanca-Xauxa.

Época Incaica:
Cuando Cápac Yupanqui y Túpac Inca Yupanqui, hermano e hijo de Pachacútec, conquistan la región de los Wankas, lo primero que hacen es integrarla como Huamaní, es decir como una nueva provincia del Imperio de los Incas. Y cuando llegan a Maravilca, los cusqueños se dan cuenta de que es un lugar apropiado para ser un centro de descanso y aprovisionamiento del ejército imperial, por lo que utilizando sus bases construyen el Tambo de Maravilca y por allí hacen pasar el Qhapaq Ñan Inca, es decir el Camino Principal de los Incas, Ñan, significa camino y Qhapaq, principal. A medida que iban ampliando su territorio, iban construyendo el Qhapaq Ñan, de acuerdo a una política de integración, crecimiento armónico y descentralizado.

Maravilca, Matahuasi y Yanamuclo tuvieron y tienen el privilegio de que por su suelo pasa el Qhapaq Ñan o Camino Principal de los Incas. Ingresando de sur a norte por la parte baja de Paccha en Matahuasi, sigue en paralelo al Huancamayu o río de los Wankas por el oeste de Chimpamarca, cruza el río Achamayo y sigue por el lado occidental del cementerio de Matahuasi, de aquí más o menos a 200 metros hace una curva en dirección del hoy río Mantaro para continuar hacia el norte, allí en plena curva los Incas dejaron un chasquihuasi, continuando el camino cruza la actual calle Amazonas, a una cuadra de las líneas del ferrocarril, de aquí sigue su recorrido hasta cruzar la Lloclla, la estación del Ferrocarril Central, el Huampón y por todo el Sacamochón continuar hasta llegar al Tambo de Maravilca, de aquí, siempre por el lado oriental del río Mantaro y por el barranco llegar a Yanamuclo y después salir de la jurisdicción por Casacancha, para continuar hacia Xauxa.


Diversas personalidades han expresado su admiración por al Qhapaq Ñan Inca, por ejemplo, según el historiador Juan José Vega, el Imperio Incaico trazó la red más amplia de caminos que registra la historia. “Los caminos de ese Imperio fueron mejores que los de la Europa de su tiempo.” Para el francés Michel de Montagne, fueron superiores a todas las obras emprendidas “por Grecia, Roma y Egipto”. Alejandro von Humboldt califica a los caminos incaicos “como la mayor de la humanidad”. Y, Pedro Cieza de León dice que “el camino de los Ingas, tan famoso en estas partes como el que Aníbal hizo por los Alpes, cuando baxó a la Italia, y puede ser tenido éste en más estimación, assi por los grandes aposentos y depósitos que havían en todo él”.

Esto significa que el Tambo de Maravilca en tiempos prehispánicos tuvo gran importancia. Fue una saya autónoma en el Valle, después los Incas organizaron los ayllus, mejoraron y perfeccionaron las actividades agrícolas, ganaderas, textiles y alfareras, construyeron el Tambo, el Qhapaq Ñan o Red Vial Inca, a base de puentes y caminos para que el crecimiento fuera armónico y descentralizado, sin que faltase nada, establecieron el Correo Inca mediante el sistema de Chasquis. He ahí la importancia del Qhapaq Ñan. De otro lado, en varias ocasiones fue sede del ejército incaico donde, sin duda, tomaron acuerdos y decisiones durante el proceso de conquista de la región, porque Huayna Cápac con su ejército estuvo en seis ocasiones en territorio Huanca-Xauxa.

Eso fue Maravilca, en el pasado, tuvo su esplendor en los períodos Preinca e Inca,  considerado hasta entonces el centro más importante de la parcialidad de Lurinhuanca, después será Tuna o Tunán. Qué bueno sería reivindicar ese pasado glorioso, pero también es importante revalorar su cultura, escribir y hacer conocer su historia, tal la obra de don Silvino Quispe Picho, quien pertenece a una generación de hombres que amaban a su tierra y se preocupaban por la educación de sus hijos, por la observancia del respeto, la obediencia y demás valores que hacen grande al hombre. No es casual que en 1952 escribiera un folleto titulado “El aguardiente, la coca y el cigarro y sus influencias perniciosas en el ser humano”, un trabajo de contenido eminentemente formativo, de índole moral, porque quería corregir los hábitos de algunos trabajadores que hacían uso exagerado de esos elementos necesarios en los trabajos del campo pero no en exceso.  

Don Silvino Quispe nació en Maravilca, el 17 de febrero de 1909, por entonces anexo del distrito de Matahuasi, provincia de Jauja. Sus padres fueron don Mariano Quispe Limas y doña Juana Picho. Estudió la primaria en su tierra natal y parte de la secundaria en el Colegio Nacional “San José” de Jauja. Casado con su paisana Sabina Orihuela Garay formó un hogar feliz y ejemplar, de esta unión nacieron sus hijos Marcia y Desiderio. Tolomeo es hijo de Marcia, quien vivió con sus abuelitos hasta los 16 años de edad, recibiendo a raudales cariño y enseñanzas que han favorecido, como él mismo lo reconoce, en su formación de maestro de ceremonias y promotor cultural, y se refleja en el trato tan cariñoso de Tolomeo cuando se refiere al abuelito Silvino y a mamá Shaba. Ese testimonio de gratitud es extraordinario y admirable.

En 1934 don Silvino fue director de la Escuela Elemental Particular de Maravilca. En 1938, director de la Escuela de Varones 5193 del distrito de Jarpa, provincia de Huancayo. En 1946 trabajó en la oficina de Registros Públicos de Junín en Huancayo. En 1948 regresó a su tierra como secretario de la Agencia Municipal de Maravilca, luego como Agente Municipal; y, finalmente inauguró el Juzgado de Paz convirtiéndose en el primer Juez de Paz de Maravilca.

Tuvo protagónica participación como primer presidente del patronato escolar de los centros educativos de varones y de mujeres. Hizo construir un estante de madera que hasta ahora sirve en la dirección del plantel. Compró 30 metros de tela roja para el telón del salón de actos donde se realizan las veladas literario-musicales, que ahí están hasta ahora. Como Agente Municipal siguió un expediente de límites con Yanamuclo con resultado favorable. Consiguió la transacción con un vecino que demandó al pueblo por la construcción de la Escuela de Varones 5175. Hizo labrar adobes para la Escuela imponiendo a los casados 150 adobes y a los viudos 75, luego hizo acarrear 12 mil adobes desde las orillas del río Seco hasta la plaza donde se levanta el local. Consiguió un subsidio del Estado para el techado del plantel. Siendo delegado ante la Junta de Desarrollo Comunal del distrito de Matahuasi hizo programar por el Consejo Nacional de Desarrollo Comunal la culminación del local escolar y la construcción del puente sobre el río Seco en el paraje “Chacamariano”.

Añoraba que la limpieza de la Acequia Grande y sus ramales ya no se hacía como antes, que estaba bien organizada, cada año el 9 de mayo, indefectiblemente, una semana después de que se hacía en Matahuasi, el 2 de mayo. Esas faenas se amenizaba con orquesta, al que faltaba se le multaba cortando un árbol de su terreno que se vendía para cubrir los gastos. Desde que pasó la administración de esas aguas a la Oficina de Irrigación se desorganizó todo. Ahora, Los vigilantes de aguas, elementos extraños que no conocen las costumbres del lugar, no se preocupan de su limpieza, las autoridades tampoco,  

Don Silvino, que amaba el progreso de su pueblo, tuvo la precaución de recopilar noticias, leyes y otros escritos, y tomar nota de cualquier dato concerniente a Maravilca para después plasmarlos en el libro que hoy su nieto Tolomeo lo ha publicado, cumpliendo una promesa que le hiciera el día de su sepelio. Dice que ese día, el día de los funerales de don Silvino, “el cielo se nubló y los gorriones, jilgueros y chihuacos no trinaban igual”. En medio de ese escenario silencioso y tétrico, su nieto Tolomeo prometió no descansar hasta dar a luz el libro de su querido abuelito. Sin duda que por eso Tolomeo dice ahora en la Presentación del libro: “Seguro estoy que mi abuelito, no descansaba en paz hasta no ver su libro publicado. Ahora sé que no sólo descansará en paz, sino que en ese descanso se sentirá feliz”.

“Desde muchos años atrás –dice don Silvino- mis sueños y anhelos fueron escribir algunas páginas de carácter geográfico e histórico sobre mi pueblo.” Con esta premisa, creyó que “todo Maestro debería de escribir un libro” y habiendo ejercido ya la docencia y al constatar que la juventud, incluyendo a universitarios y profesionales, que poco saben de Maravilca y “no se preocupan de averiguar sobre el origen de su pueblo”, le llegó la oportunidad de hacer realidad el sueño de escribir un libro, fruto de su espíritu de observación y con la finalidad de que su mensaje sirva de “iluminación, porque –según palabras del autor-- mi deseo es hacer conocer a los hijos de Maravilca y a la colectividad en general, los hechos más saltantes que acontecieron en este pueblo.”

El libro viene a ser un compendio de todo lo que ofrece una monografía, en este caso de Maravilca, y don Silvino es muy acucioso al reseñar los diversos acontecimientos que han ido sucediéndose a través del tiempo hasta su consolidación como un pueblo organizado, con miras a seguir creciendo. Es interesante conocer cómo don Silvino Quispe está presente en múltiples circunstancias de gestiones, arreglos y demás acciones en el desarrollo de la constitución del pueblo, en la construcción de sus principales obras, en los litigios de los cuales Maravilca siempre sale airoso. Finalmente, es apreciable la relación de autoridades, ciudadanos notables, profesionales, empresarios, industriales, comerciantes y otros. Sin duda, es un justo homenaje a los hombres y mujeres que han dado vida a un pueblo noble y trabajador como Maravilca, lo cual es un digno ejemplo para que las generaciones presentes y futuras sigan acrecentando las huellas dejadas por sus antecesores.

Esta obra es el producto de los estudios, inquietudes y conocimientos de don Silvino porque, como dice él mismo: “desde que aprendí a escribir he servido como Secretario de muchos Agentes Municipales, habiendo hecho acopio de muchos datos de Maravilca…”, situación que le permitía disponer de cuantiosa información privilegiada, y tuvo la precaución y el buen tino de volcar todo ese bagaje al presente libro para que esos datos no se pierdan y sirvan de memoria para la posteridad. Vendrán otros a enriquecer la historiografía local, pero todos tendrán que partir de la obra inicial dejada en buena hora por don Silvino Quispe Picho.

Lima, 15 de febrero de 2017.

CPP. Lope Yupanqui Callegari


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