La Geopolítica Aconseja
Trasladar la Capital de la República
a la Sierra Central
El 15 de setiembre de 1986, al inaugurar el Foro Nacional de Regionalización, el Presidente Dr. Alan García Pérez anunció su decisión de trasladar la Capital de la República al valle del Mantaro. Dijo que la nueva sede política y administrativa de la nación debe simbolizar la imagen de un nuevo Perú que no dé la espalda a su realidad histórica y agraria, y que termine de una vez por todas con la nociva atracción que representa Lima para quienes vienen por un nuevo futuro y sólo encuentran pobreza y esteras.
Después de este trascendental anuncio, el Club Provincial Concepción presidido, entonces, por el recordado Juan Gavidia Durand, publicó su segundo boletín que apareció en la revista “Eco Andino” N° 16, de diciembre de aquel año, dando cuenta del acierto del Presidente de trasladar la Capital a la región central del país y la opinión favorable de varios expertos en geopolítica.
“Lima es una capital artificial, pues el destino del Perú siempre ha estado y se ha jugado en la sierra, desde el tiempo de los incas, en la independencia americana, en la dura resistencia de Cáceres al invasor chileno, inclusive hoy con el homicida, criminal y sangriento movimiento senderista –expresó el Presidente García en su primer gobierno -; para luego señalar que el lugar ideal sería la sierra central, y específicamente el Valle del Mantaro, que es una de las zonas más ricas del Perú.”
Tras el anuncio, el general EP ® Edgardo Mercado Jarrín, experto en geopolítica y presidente del Instituto de Estudios Geopolíticos del Perú, dijo que la iniciativa presidencial de trasladar la capital del país a la zona de la sierra central es necesaria por cinco razones geopolíticas y estratégicas: “Por estar Lima expuesta a ser destruida, por seguridad alimentaria, para luchar eficazmente contra el terrorismo, para recuperar nuestro equilibrio interior y para adoptar un acertado modelo de nuevo desarrollo”.
Explicó que Lima por ser una ciudad costera está expuesta a ser destruida, que aquí hay escasez de recursos y que la única despensa es la que se encuentra comprendida en nuestro Trapecio Andino, entre los ríos Mantaro, Pachitea, Ucayali y Tambo, y que esta zona, además de ser una gran reserva, sirve de conexión directa entre la Sierra Central y la Selva, y con un mayor aprovechamiento minero se contaría con más energía hidroenergética, entre otras ventajas. Dijo que nuestros antepasados mantuvieron su Imperio por más de 400 años en estas condiciones, habitat que lamentablemente hoy se ha perdido. Hay que volver al Ande peruano, y un aspecto simbólico es trasladar la capital a la Sierra Central. Debemos proyectarnos sobre nuestro centro de gravitación que son los andes peruanos, que además de dominar la Selva Central, es una zona muy rica en alimentación. El Perú ha vivido de espadas al interior y para devolverle su fuerza, seguridad, su centro vital, es necesario cambiar su plan de desarrollo que siempre fue hacia fuera y mirar a los Andes como lo hicieron los incas cuya capital fue el Cusco. Por lo tanto, remarca el general Mercado Jarrín, la capital del Perú debe ser trasladada a su corazón, es decir sobre las orillas del río Mantaro y lo más cerca posible del eje de integración formado por Jauja, Satipo, Atalaya, Concepción y La Merced.
De otro lado, el Dr. Javier Pulgar Vidal, eminente geógrafo, experto en recursos naturales, ha dicho que el Perú del siglo XXI debe tener otra capital, una sede central situada en una zona que reuna las condiciones adecuadas para su desarrollo, defensa y proyecciones, ya que Lima es vulnerable para cualquier ataque en tiempo de guerra; además, sostuvo que Lima está en proceso de destruirse a sí misma, por el caos poblacional en que vive. En 1986 Lima tenía seis millones de habitantes. En cuanto al lugar dónde estaría la nueva capital, el eminente geógrafo propuso que se instale en el río Pachitea, entre los departamentos de Cerro de Pasco y Huánuco, porque según él el Perú del siglo XXI debe ser selvático y amazónico.
Por su parte, el historiador Gustavo Pons Muzzo dijo que trasladar la capital al valle del Mantaro es lógico ya que somos un país andino. Pizarro y sus compañeros de armas hicieron una cosa insensata y antigeopolítica con la fundación de la capital del país conquistado en la costa. Todos los grandes acontecimientos de la historia del Perú se han consumado en la región andina, como la Confederación Perú Boliviana y la guerra de resistencia de La Breña en la guerra del Pacífico, concluyó el historiador.
En enero de 1987, el Prof. Leopoldo Astete Maraví publicó en el boletín “El Nuevo Día” N° 2, un artículo sustentando las bondades del valle del Mantaro y del valle menor del Kory Mayo (entre Huáchac y Manzanares) para ser la sede de la nueva capital de la República. “En resumen – sostenía- con una Capital en el Valle del Mantaro, se habrían potenciado comunidades selváticas de indiscutible prosperidad. Todo al ritmo de una Expansión hacia el Oriente Peruano, sin desligarse de las otras Regiones de la Patria.”
La idea no es nueva
Pero esta idea no es nueva. Siempre la región central ha sido vista como la zona más adecuada como para ser la capital de la República. La nación Huanca, por ejemplo, que ocupaba un extenso territorio desde Huancavelica por el Sur hasta Tarma por el Norte tenía como capital a Tunanmarca, muy cerca de Jauja. Con la imposición de los corregimientos por los españoles, a partir de 1565, el primer corregidor de Jauja, el capitán Juan Pérez de Larreinaga y Salazar, escogió Concepción como residencia, no obstante que Jauja había sido fundada como capital de la colonia, convirtiéndose así en capital de hecho del Corregimiento de Jauja. Los corregidores de Jauja residieron, entonces, en la hoy gloriosa ciudad de Concepción “por ser el medio del Valle”, de modo que oficialmente la capital era Jauja, pero prácticamente, por razones de estrategia y buena administración, era Concepción, o por lo menos era la residencia.
Recuérdase que en 1929 cuando se removía la cuestión del plebiscito de Tacna y Arica, en el caso de suscitarse un conflicto armado, la logística aconsejaba trasladar a Huancayo la sede del gobierno. Hoy todo aconseja que no se debe esperar la última hora, sino ya, pensando en la descentralización y el desarrollo del país es necesario fijar la nueva capital del Perú en el valle del Mantaro y áreas laterales, que al decir del turista constituyen el paraíso. Ojalá que pronto esto sea una realidad y no se quede sólo en palabras como tantas otras ofertas.
El 15 de setiembre de 1986, al inaugurar el Foro Nacional de Regionalización, el Presidente Dr. Alan García Pérez anunció su decisión de trasladar la Capital de la República al valle del Mantaro. Dijo que la nueva sede política y administrativa de la nación debe simbolizar la imagen de un nuevo Perú que no dé la espalda a su realidad histórica y agraria, y que termine de una vez por todas con la nociva atracción que representa Lima para quienes vienen por un nuevo futuro y sólo encuentran pobreza y esteras.
Después de este trascendental anuncio, el Club Provincial Concepción presidido, entonces, por el recordado Juan Gavidia Durand, publicó su segundo boletín que apareció en la revista “Eco Andino” N° 16, de diciembre de aquel año, dando cuenta del acierto del Presidente de trasladar la Capital a la región central del país y la opinión favorable de varios expertos en geopolítica.
“Lima es una capital artificial, pues el destino del Perú siempre ha estado y se ha jugado en la sierra, desde el tiempo de los incas, en la independencia americana, en la dura resistencia de Cáceres al invasor chileno, inclusive hoy con el homicida, criminal y sangriento movimiento senderista –expresó el Presidente García en su primer gobierno -; para luego señalar que el lugar ideal sería la sierra central, y específicamente el Valle del Mantaro, que es una de las zonas más ricas del Perú.”
Tras el anuncio, el general EP ® Edgardo Mercado Jarrín, experto en geopolítica y presidente del Instituto de Estudios Geopolíticos del Perú, dijo que la iniciativa presidencial de trasladar la capital del país a la zona de la sierra central es necesaria por cinco razones geopolíticas y estratégicas: “Por estar Lima expuesta a ser destruida, por seguridad alimentaria, para luchar eficazmente contra el terrorismo, para recuperar nuestro equilibrio interior y para adoptar un acertado modelo de nuevo desarrollo”.
Explicó que Lima por ser una ciudad costera está expuesta a ser destruida, que aquí hay escasez de recursos y que la única despensa es la que se encuentra comprendida en nuestro Trapecio Andino, entre los ríos Mantaro, Pachitea, Ucayali y Tambo, y que esta zona, además de ser una gran reserva, sirve de conexión directa entre la Sierra Central y la Selva, y con un mayor aprovechamiento minero se contaría con más energía hidroenergética, entre otras ventajas. Dijo que nuestros antepasados mantuvieron su Imperio por más de 400 años en estas condiciones, habitat que lamentablemente hoy se ha perdido. Hay que volver al Ande peruano, y un aspecto simbólico es trasladar la capital a la Sierra Central. Debemos proyectarnos sobre nuestro centro de gravitación que son los andes peruanos, que además de dominar la Selva Central, es una zona muy rica en alimentación. El Perú ha vivido de espadas al interior y para devolverle su fuerza, seguridad, su centro vital, es necesario cambiar su plan de desarrollo que siempre fue hacia fuera y mirar a los Andes como lo hicieron los incas cuya capital fue el Cusco. Por lo tanto, remarca el general Mercado Jarrín, la capital del Perú debe ser trasladada a su corazón, es decir sobre las orillas del río Mantaro y lo más cerca posible del eje de integración formado por Jauja, Satipo, Atalaya, Concepción y La Merced.
De otro lado, el Dr. Javier Pulgar Vidal, eminente geógrafo, experto en recursos naturales, ha dicho que el Perú del siglo XXI debe tener otra capital, una sede central situada en una zona que reuna las condiciones adecuadas para su desarrollo, defensa y proyecciones, ya que Lima es vulnerable para cualquier ataque en tiempo de guerra; además, sostuvo que Lima está en proceso de destruirse a sí misma, por el caos poblacional en que vive. En 1986 Lima tenía seis millones de habitantes. En cuanto al lugar dónde estaría la nueva capital, el eminente geógrafo propuso que se instale en el río Pachitea, entre los departamentos de Cerro de Pasco y Huánuco, porque según él el Perú del siglo XXI debe ser selvático y amazónico.
Por su parte, el historiador Gustavo Pons Muzzo dijo que trasladar la capital al valle del Mantaro es lógico ya que somos un país andino. Pizarro y sus compañeros de armas hicieron una cosa insensata y antigeopolítica con la fundación de la capital del país conquistado en la costa. Todos los grandes acontecimientos de la historia del Perú se han consumado en la región andina, como la Confederación Perú Boliviana y la guerra de resistencia de La Breña en la guerra del Pacífico, concluyó el historiador.
En enero de 1987, el Prof. Leopoldo Astete Maraví publicó en el boletín “El Nuevo Día” N° 2, un artículo sustentando las bondades del valle del Mantaro y del valle menor del Kory Mayo (entre Huáchac y Manzanares) para ser la sede de la nueva capital de la República. “En resumen – sostenía- con una Capital en el Valle del Mantaro, se habrían potenciado comunidades selváticas de indiscutible prosperidad. Todo al ritmo de una Expansión hacia el Oriente Peruano, sin desligarse de las otras Regiones de la Patria.”
La idea no es nueva
Pero esta idea no es nueva. Siempre la región central ha sido vista como la zona más adecuada como para ser la capital de la República. La nación Huanca, por ejemplo, que ocupaba un extenso territorio desde Huancavelica por el Sur hasta Tarma por el Norte tenía como capital a Tunanmarca, muy cerca de Jauja. Con la imposición de los corregimientos por los españoles, a partir de 1565, el primer corregidor de Jauja, el capitán Juan Pérez de Larreinaga y Salazar, escogió Concepción como residencia, no obstante que Jauja había sido fundada como capital de la colonia, convirtiéndose así en capital de hecho del Corregimiento de Jauja. Los corregidores de Jauja residieron, entonces, en la hoy gloriosa ciudad de Concepción “por ser el medio del Valle”, de modo que oficialmente la capital era Jauja, pero prácticamente, por razones de estrategia y buena administración, era Concepción, o por lo menos era la residencia.
Recuérdase que en 1929 cuando se removía la cuestión del plebiscito de Tacna y Arica, en el caso de suscitarse un conflicto armado, la logística aconsejaba trasladar a Huancayo la sede del gobierno. Hoy todo aconseja que no se debe esperar la última hora, sino ya, pensando en la descentralización y el desarrollo del país es necesario fijar la nueva capital del Perú en el valle del Mantaro y áreas laterales, que al decir del turista constituyen el paraíso. Ojalá que pronto esto sea una realidad y no se quede sólo en palabras como tantas otras ofertas.
Definitivamente La capital debería salir de Lima no entra más gente la corrupción es endémica debería salir a Pucallpa ahí está todo por hacer
ResponderEliminarChau lima cuna del centralismo
Definitivamente La capital debería salir de Lima no entra más gente la corrupción es endémica debería salir a Pucallpa ahí está todo por hacer
ResponderEliminarChau lima cuna del centralismo
Definitivamente La capital debería salir de Lima no entra más gente la corrupción es endémica debería salir a Pucallpa ahí está todo por hacer
ResponderEliminarChau lima cuna del centralismo
Opino lo mismo la Capital debería ser otra. Iquitos
ResponderEliminaropino que la capital debería ser en la selva y que sea con una buena planificación para que no haya mucha contaminación.
ResponderEliminarConsidero que está acertada la elección de la capital pero por la diversidad cultural del Perú tiene que darse a la par con un sistema federal.
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