martes, 11 de mayo de 2010

HISTORIA

De cómo la espada de un jefe chileno le fue arrebatada
por un teniente peruano y cómo llegó al
Museo de Sitio “Andrés Avelino Cáceres”

Por: Lope Yupanqui Callegari (*)

La única hija del Héroe, que guardó celosamente el trofeo de guerra fue jaujina y el último curador de la espada fundó el Club Jauja y fue el primer Presidente de su Junta Económica.

La Guerra de 1879 es un hecho que no podrá ser borrado de la memoria, por más que eso quisieran algunos antipatriotas, porque esa conflagración no provocada por el Perú dejó fracturas muy grandes, y cuando llegó a su fin con la firma de un tratado impuesto por las armas, Chile no lo cumplió e impidió por la fuerza que el plebiscito que el Tratado de Ancón ordenaba realizar dentro de diez años, para que el pueblo decidiera el retorno de las cautivas Tacna y Arica al seno de la patria. Luego tendría que pasar 50 años para que Chile sólo entregara Tacna y se quedara con Arica, firmándose el Tratado de 1929, que tampoco el país del sur ha cumplido con las obras y servicios que debía hacer en Arica para usos del Perú, además usurpa una considerable porción del mar de Grau, lo cual no favorece para que haya un clima de tranquilidad, por eso es que el Perú ha tenido que recurrir al tribunal de La Haya para definir la delimitación marítima con Chile. Aquí no se puede poner el ejemplo de Europa, porque allá después de la Segunda Guerra Mundial hubo reparaciones y devoluciones de territorios invadidos, de modo que todos los países europeos quedaron conformes, logrando construir la Comunidad Económica Europea y alcanzar el nivel que hoy tiene ese continente.

Otro aspecto por el cual el lastre de la Guerra del 79 está presente es el arte, que ha marcado con tinta indeleble la barbarie chilena desatada en el Perú. Los crímenes, latrocinios, violaciones, saqueo y destrucción de pueblos enteros, que nunca debió suceder, y la heroica resistencia, están grabados en los mates burilados, en los tejidos, en dibujos y fotografías, en el canto, la música y las danzas. La Tropa de Cáceres o Majtada del valle de Yanamarca, los Avelinos de San Jerónimo de Tunán, el Auquish Capitán de Huaripampa, los Auquish de Manzanares o los Montoneros de Matahuasi, son algunos de los motivos que permiten recordar los sufrimientos de aquellos aciagos años con alegría y participación colectiva.

Un tercer elemento se refiere a que todavía hay restos y actos heroicos protagonizados por el pueblo durante la guerra desconocidos y que con el paso del tiempo se van descubriendo. Éste es el caso del teniente Casimiro Lizárraga, integrante del batallón Concepción, que el 15 de enero de 1881, en la batalla de Miraflores, tras un combate cuerpo a cuerpo, le arrebató la espada a un jefe chileno, espada que fue celosamente guardada por él y sus descendientes hasta marzo del 2009, en que fue donada por el último curador, el Ing. Alberto Castro Gonzales, al Museo de Sitio “Andrés Avelino Cáceres”, hecho que fue publicado por primera vez en la revista “Junín” Nº 2 de enero del 2010.

En la ceremonia realizada el 7 de marzo del 2009, en el parque “9 de Julio” de San Borja, con motivo de conmemorar el 127º Aniversario del combate de Sierralumi y celebrar el 2º Aniversario de la fundación del Club Departamental Junín, el Ing. Alberto Castro Gonzales, por intermedio de la institución, hizo entrega de la espada arrebatada a un jefe chileno, por el entonces teniente Casimiro Lizárraga, integrante del batallón Concepción, al Director General de los Museos del Ejército Crl. Inf. ® Manuel Ríos Lavagna quien, a su vez, entregó el trofeo de guerra al Director del Museo de Sitio “Andrés Avelino Cáceres”, mayor Daniel Villón Bruno, para que en adelante se exhiba en este Museo de Sitio, ubicado en el Reducto N° 2 de Miraflores con una placa, cuya leyenda dice:

“Espada arrebatada a un alto jefe chileno en la batalla de Miraflores del 15 de enero de 1881, por el Teniente EP Casimiro Lizárraga, integrante del Batallón Concepción, donada por el Ing, Alberto Castro por intermedio del Club Departamental Junín.”
San Borja, 7 de marzo del 2009.

Se trata de la espada de un jefe chileno que el 15 de enero de 1881, en la batalla de Miraflores, le fue arrebatada por el teniente Casimiro Lizárraga perteneciente a la 3ra. compañía del batallón Concepción, que fue organizado para la defensa de Lima por el hacendado concepcionino Juan Enrique Valladares. Casimiro Lizárraga sobrevivió a la guerra que Chile le hizo al Perú y continuó en el Ejército, conservando la espada como una reliquia. En 1920 murió con el grado de coronel, pasando la espada al cuidado de su única hija Victoria Lizárraga García, nacida en Jauja. Victoria no tuvo descendencia y al morir en 1943 la espada pasó al poder de su ahijada de bautismo, Sra. Sofía Gonzales Rivadeneyra de Castro Fernandini, madre del Ing. Alberto Castro Gonzales; éste, a la muerte de su progenitora, conservó la espada hasta el 07 de marzo del 2009; fecha en que en coordinación con el Club Departamental Junín, entregó el trofeo de guerra al lugar donde debía estar, el Museo de Sitio “Andrés Avelino Cáceres”, ubicado en el Parque Reducto N° 2 de Miraflores.

Que la espada era de un alto jefe chileno lo ha comprobado el Ing. Castro Gonzales en el Ejército Peruano, donde han llegado a la conclusión de que el tipo de esa espada, maciza, con empuñadura y funda de suela, era de las que usaban los jefes; en cambio, los soldados usaban otras espadas más simples, sin empuñadura, o sables. De otro lado, el ambiente donde se exhibe la espada en el Museo está rodeado de un simbolismo muy elocuente: en la vitrina correspondiente, la espada del Mariscal Andrés Avelino Cáceres, invicta, que nunca fue vencida, para honra y gloria del Perú, está parada, en forma vertical; mientras que la espada chilena, instrumento con el cual cometieron los crímenes más crueles impunemente, está echada, en forma horizontal, al pie de la victoriosa espada de Cáceres.

¿Cómo nos enteramos? El Ing. Alberto Castro, natural de Jauja, nos comunica un día, que tenía en su poder una espada de un jefe chileno, un trofeo obtenido en combate, en la batalla de Miraflores, por el coronel concepcionino Casimiro Lizárraga, y que a su muerte su única hija Victoria Lizárraga García era jaujina, y nada más. También nos dice que quería entregarla a alguna entidad, pero tampoco sabía si lo donaba a la Municipalidad de Concepción o al Club Concepción. Así averiguamos que este valiente soldado, con el grado de teniente perteneció a la tercera compañía del batallón Concepción y que murió con el grado de coronel, y en cuanto a la entrega convenimos en que mejor sería donarla al Museo de Sitio “Andrés Avelino Cáceres”, donde se guarda y exhibe todas las reliquias del Mariscal. Conviene tener en cuenta que este relato obedece a una primera averiguación, muy superficial por cierto. Es necesario, entonces, ahondar la investigación. Invitamos a los entendidos a profundizar el conocimiento de esta interesante historia.

(*) Corresponsal.

LEYENDAS DE LAS FOTOS:

Dirigentes y amigos del Club Departamental Junín con la espada chilena, después de la ceremonia del 07 de marzo del 2009, en el parque “9 de Julio” de San Borja. El personaje del bastón es el Ing. Alberto Castro Gonzales, uno de los fundadores del Club Jauja y primer Presidente de su Junta Económica.

En la misma ceremonia, al pie del Monumento a los Combatientes de la Campaña de la Breña, el Director General de los Museos del Ejército, Crl. Inf. Manuel Ríos Lavagna (de civil) entrega la espada al Director del Museo de Sitio “Andrés Avelino Cáceres”, My. Daniel Villón Bruno.

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